Crítica de Solo las Bestias (Seules les Bêtes): acompañados por el suspenso

Un libro sobre la desolación.

En un pueblo rural de Francia, Evelyne Ducat (Valeria Bruni-Tedeschi) desaparece y no hay rastros de ella. Varios habitantes de allí, con mayor o menor compromiso por saber la resolución del misterio, estarán envueltos directa e indirectamente en el asunto. Dicha premisa nos arroja a Seules les Bêtes, la nueva película franco-alemana de Dominik Moll basada en la novela homónima de Colin Niel con una trama que se va desencadenando a gusto del narrador.

Luego de una escena anterior a los créditos iniciales que al primer contacto parece abstracta, uno seguirá la perspectiva de cada uno de los personajes al mejor estilo Gone Girl a través de diferentes capítulos que enmarcarán el hecho principal: ¿qué sucedió con Evelyne? Y si bien el formato no es ninguna novedad, como en los libros más destacados de las bibliotecas cada capítulo es esencial para formar un producto redondo y que explique detalles que en un primer momento resulta inverosímil o impreciso. A todo esto, unas condiciones climáticas junto a una tenue musicalización de piano propias de Fargo sólo dificultan la investigación y le dan un manto de más suspenso a la situación –si esto era aún más posible-.

Primero conocemos la actualidad de Laure (Alice Farange), que responde al prólogo de la intrincada historia que garantiza el típico refrán pueblo chico, infierno grande. Pero tras el cierre de dicha etapa, las cuestiones quedan sin solución y por eso el realizador sigue en la presentación de más personajes, que van desde el enigmático Joseph (Damien Bonnard), la joven Marion (Nadia Tereszkiewicz) y el depresivo –y al parecer xeneize- Michel (Denis Ménochet).

Gracias a dichas posiciones las piezas del literal rompecabezas se van conformando, en una típica historia donde con el correr de los minutos y potencial interés del público el cómo y las formas en que se dieron los sucesos van tomando casi la misma fuerza que la resolución o el/la culpable mismo. Pensando, de manera atrevida al inspeccionar sobre ello, en los intereses del director alemán con este trabajo quizá las formas de las acciones fueron más buscados que la búsqueda de veredictos. Es decir, a Moll pareció interesarle más pasar por las distintas salas que tiene el Clue que a gritar por los cielos al o a la autor/a de los hechos.

No es ninguna novedad los tonos de suspenso que ofrece en su filmografía el director, donde lleva como bandera flameada Harry, un ami qui vous veut du bien, que cuenta como similitud las características de sus personajes: retraídos, corrompidos y con poco espacio para generar juicios de valor en un universo tan competitivo como el que es retratado. Cada uno de ellos es poco empático, donde no generan cariño en las situaciones plasmadas. En dicha construcción están todos posicionados en la misma línea de una competitiva carrera, por lo que enriquece la narración para reflejar las secuencias bajo la misma visión.

Este último punto enriquece la película para no sólo situarla en el género de suspenso, y que se la destaque por el espeso ambiente creado, sino que el componente dramático también se cola en la historia con el abanico de personajes pesimistas y sueños frustrados por doquier. Porque más allá de que la investigación sobre la desaparición de Evelyne continúa, vamos conociendo también los contextos y personalidades de cada uno de ellos. En este caso lo interpretado por Denis Ménochet resulta lo más atrayente por el desarrollo de su “verdad” que incluye toda una subtrama en la ciudad marfileña de Abiyán y la aparición de Armand (Guy Roger N´Drin), que parece alejada de los sucesos pero la esencia también se encuentra en la misma sintonía con el resto de los franceses.

Con mucha sobriedad, tenemos un largometraje que va más allá de lo ofrecido inicialmente y, a través de un disparador puntual ,permite vislumbrar sobre los deseos y realidades plantadas en la cotidianidad con un espectro de personajes olvidables –en el buen sentido de la palabra- y usuales.

estrella35