Crítica de Star Wars: The Rise of Skywalker

Rey, Finn, Poe y el resto de los héroes tendrán que encarar nuevos retos al tiempo que se enfrentan a una nueva amenaza.

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The Last Jedi alienó a buena parte de los fanáticos de Star Wars. No importó el maravilloso uso de la Fuerza, la vistosa batalla sobre el suelo salino de Crait, el salto al hiperespacio que cortó todo sonido durante algunos segundos o la pelea perfectamente coreografiada contra la Guardia Pretoriana. El Luke gruñón o la Leia voladora fueron demasiado como para tolerar. El árbol tapó el bosque y signó el futuro de la última entrega de la trilogía. Que fuera buena era algo secundario, lo importante era satisfacer a los fanáticos. The Rise of Skywalker busca eso y nada más, de ahí sus grandes problemas.

Rian Johnson propuso una valiosa idea subyacente, que entre berrinches quizás no se terminó de apreciar: democratizar la Fuerza. Basta de linajes o midiclorianos, conceptos que limitan para unos pocos el uso de una energía que rodea y atraviesa a todos, uniendo a toda la galaxia. The Rise of Skywalker pareciera considerar que su antecesora fue un escollo en lo que debía ser un desarrollo fluido, con lo que busca erradicarla. Es tarea de J. J. Abrams el borrar con el codo lo que se escribió con la mano. La Fuerza pasa a un segundo plano, lo mismo que las ideas revolucionarias de Luke. Como indica el título, lo que importa son los apellidos. El plano final de la anterior es algo a ignorar en esta nueva entrega. No hay quien emerja de la nada y ascienda hasta la cima.

Así es que la convocatoria de Abrams cobra otra dimensión. No es solamente que se llamó a un director de larga trayectoria en brindar espectáculos de ciencia ficción, sino que se convoca a quien sentó la piedra angular de esta nueva trilogía y de todo el armado de Lucasfilm bajo el sello de Disney. Con The Force Awakens se encontró oro, se entregó una película que dejó conformes a los fanáticos acérrimos y sumó a nuevos seguidores, apelando a la nostalgia en forma permanente. Como a una nave abandonada en el desierto de Jakku, se destripó a A New Hope en busca de partes que se pudieran reutilizar, con una generación de héroes jóvenes guiados por los veteranos, aquellos que dejaron su marca indeleble en la historia grande del cine.

Abrams pareciera entender a The Last Jedi como un desvío innecesario de lo que debió ser un trayecto cómodo hacia lo conocido. Johnson debió haber reutilizado The Empire Strikes Back y punto, no arriesgarse a buscar más. The Rise of Skywalker no es más que otra forma de decir Return of the Jedi.

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Y como tal se disfruta, porque se revisita un universo que ha enamorado a generaciones desde hace más de 40 años. Pero es una película inofensiva, alejada de todo tipo de riesgo, cuyas revelaciones no sorprenden porque básicamente puede ocurrir cualquier cosa pero dentro de los parámetros trazados desde hace décadas. Abrams está más dispuesto a cumplir las expectativas de los fanáticos que a desafiarlas. No importa si debe sacrificar logros previos para ello.

El crecimiento de The Rise of Skywalker es endogámico. Se da puertas adentro, en los confines de lo familiar. Puede que resulte un cierre satisfactorio a Star Wars como saga, pero en términos cinematográficos deja mucho que desear. Visualmente vuelve a ponerse en fila con lo que fue la franquicia hasta el Episodio 7. No interesa lo que pueda ser. No se mira hacia adelante, se mira hacia atrás. El desarrollo de los personajes es prácticamente nulo y la historia tiene poco vuelo. Concentrada en la despedida, no es más que una apurada progresión hacia lo que realmente importa: la batalla definitiva entre la Luz y la Oscuridad. En ese apresurado camino de incógnitas que se resuelven con la misma velocidad con la que se presentan, no hay rastro de originalidad.

Lo que se decidió es que todos vayan juntos a la aventura. Finn y Poe resultan en meros accesorios a la protagonista absoluta que es Rey, la única cuya historia interesa contar. Así se puede pasar de un poco imaginativo set piece al otro, con respuestas desperdigadas sin impacto y sin apostar a hacer algo diferente, no sea cosa que el público se enoje. No se puede hacer una buena película con semejante miedo a dar un paso en falso. Lo que se logra es un tímido cierre de saga, que pretende volver a tocar las notas de nostalgia que funcionaron en el 2015 pero ahora como única fortaleza, lo que exacerba sus debilidades.

Seguramente el final de The Rise of Skywalker emocione. Hay algunos pasajes bien logrados –todo el trabajo sobre Leia y Kylo Ren, sobre todo- y moviliza las fibras sensibles de aquellos que crecimos con la saga. Pero es una película demasiado insegura y al servicio del fan como para resultar en el final que esta se merecía. Es un producto prefabricado para que se consuma sin dificultades; correcto, prolijo y servido en una bandeja conocida. Se lo vende como algo nuevo, pero el sabor es el mismo de siempre. No sea cosa que se piense demasiado en lo que se está tragando y genere rechazo.

5 puntos

 

 

 

 

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