Vuelve la pareja de The Theory of Everything para retratar la historia de un científico inglés cuyas teorías cambiaron la meteorología.
Adaptando a «Falling Upwards: How we took to the air», The Aeronauts apunta al cielo a través de historias de superación personal disfrazadas de compromisos científicos, y sigue el viaje en globo del meteorólogo inglés James Glashier (Eddie Redmayne) y la experta en aerostáticos Amelia Wren (Felicity Jones) en 1862. Las formas de predecir el clima eran aún muy precarias para la época, por lo que esta pionera aventura aérea intentará alcanzar una altura nunca antes vista por ningún ser humano mientras prueban sus límites en busca de respuestas. El primero se pone nuevamente en la piel de un innovador científico, con ansias de descubrir y catalogar la atmósfera para así poder pronosticar el tiempo, mientras que Jones interpreta a una veterana que se enfrentó al desafío después de un gran trauma en su viaje anterior.
La obra de Tom Harper (Misfits, The Woman in Black: Angel of Death) aprovecha un hecho histórico que tuvo lugar a mediados del siglo XIX, lejos de la seguridad aérea de hoy, junto con la incorporación de un personaje ficticio como lo es el de Amelia Wren, tratándose del resultado de varias personas reales -en particular Henry Coxwell ,el verdadero copiloto en el viaje, y Sophie Blanchard ,la primera aeronauta profesional-. Hay una notable postura feminista asumida en el largometraje con esta figura, quien se niega a ser una mera esposa, sino que también toma una parte activa -y decisiva- en la inconstancia a bordo del globo. A esto se suma una Felicity Jones carismática e inspirada que lleva la película a la espalda frente a un Eddie Redmayne algo apático, sin su conocido brillo en sus ojos. Cuando la historia se concentra en James, es competente y mundana, acerca del genuino espíritu científico bajo un contexto de estilo victoriano. En contraste, la crisis de Amelia al comienzo de los hechos resulta ser el conflicto más interesante.
Esto último deja en evidencia alguna dificultad que tiene el film para decidir si se trata de un drama histórico biográfico o una película de aventuras, siendo la narrativa propuesta algo que no brilla activamente, tendiendo por momentos a una producción llana y un resultado unos metros por debajo de su potencial. Por el contrario, es visualmente deslumbrante. El producto final invierte de lleno en fotografía de paisajes para mejorar no sólo los momentos de paz y silencio, sino también para seducir al espectador con excelencia técnica y un vestuario de época convincente.
La consigna de Harper es el espectáculo y aquí se evidencia una inversión envidiable para recrear la experiencia de altitud, pues los que sufren de vértigo tienen una simulación exitosa de este miedo. Los planos van desde una calma belleza hasta una violenta intensidad a un ritmo sorprendente, cumpliendo así con la sensación de sentirse un tercer pasajero en la cesta del claustrofóbico globo, sujeta a la falta de oxígeno, viento y frío que encaran Amelia y James. The Aeronauts brilla cuando se deja llevar por la adrenalina pura y la vulnerabilidad de la extraordinaria situación que retrata.
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