Crítica de The Amazing Spider-Man

Es la historia de Peter Parker, un joven estudiante de secundaria que fue abandonado siendo un niño por sus padres y que, como la mayoría de los chicos de su edad, trata de definir su identidad. Su búsqueda lo lleva hasta Oscorp, a partir de lo que se dan una serie de acontecimientos que lo conducen a convertirse en el Hombre Araña.

The Amazing Spider-Man, Andrew Garfield

La historia del cine reciente celebra al verano de 1982 como el mejor que existió, con una seguidilla de estrenos como The Thing, E.T., Poltergeist, Rocky III, Star Trek: The Wrath of Khan, Tron y demás películas, hoy ya convertidas en clásicos, separadas por tan solo semanas de distancia. Hoy, a treinta años de semejante acontecimiento, la industria se encuentra frente a una situación fuera de la común en la que, si bien las críticas en torno a la modalidad de los reboots, remakes o la falta de ideas en general están a la orden del día, pareciera que con cualquier elección no hay posibilidad de fallar. Para que se entienda el concepto en general, de por sí para este 2012 quedan esperados lanzamientos de afamados directores como Spielberg, Tarantino, Zemeckis o Paul Thomas Anderson, pero lo cierto es que prácticamente cualquier tanque de Hollywood que llegó en esta primera mitad del año superó las expectativas. Esta introducción no es bajo ninguna forma casual, porque la realidad es que The Amazing Spider-Man se eleva muy por encima de lo esperado.

Que se recuerde, pocas películas han tenido tan mala publicidad antes de su llegada a los cines. Más que a la realización en sí por la cercanía con las de Sam Raimi, uno de los aspectos más criticados fue, paradójicamente, la agresiva campaña de difusión (los altos números de The Avengers son tentadores para cualquier superhéroe), que abusó del material de prensa al punto de revelar en un spot la escena post-créditos. Las razones del relanzamiento deberían ser obvias hasta para el más obtuso. En un tiempo en el que se filma con la mente puesta en secuelas, Sony estaba sentada sobre una mina de oro que había terminado de la peor forma con Spider-Man 3. De esta manera, con un logrado reposicionamiento del arácnido por parte de Marc Webb y la instalación de dos jóvenes figuras como Andrew Garfield y Emma Stone, quienes además se ven como adolescentes, el estudio tendrá a Peter Parker asegurado por muchos años más.

The Amazing Spider-Man se sitúa en las antípodas de aquella con la que Raimi cerró su trilogía. Si la del 2007 tenía un argumento nulo y se acercaba más a un videojuego, con la presencia de tres enemigos a los que derrotar en múltiples combates, esta propone absolutamente lo contrario, con una repetición de la fórmula de la Spider-Man del 2002. La búsqueda de la identidad del protagonista, su primer amor, la relación con sus familiares, son temas que el director de (500) days of Summer aborda en profundidad, con un amplio desarrollo del hombre detrás de la máscara. Si bien habrá momentos de acción, en los que el personaje central deberá probarse como el héroe que puede ser, es indudable que la mejor cara de la película se encuentra más del lado de Peter Parker que en la del Hombre Araña.

Aún con la gran responsabilidad que acarrean sus poderes, este no alcanza la madurez en forma repentina, después de todo no deja de ser un adolescente. Impulsivo y socarrón, se divierte con sus habilidades y eso se refleja perfectamente en pantalla, con buenas dosis de humor que nacen de la comodidad y la química de los actores involucrados. Es así que, en contra de lo que uno podría suponer, tiene mayor peso el romance de Peter con Gwen Stacy que el resultado del enfrentamiento con el Lagarto, más allá del buen trabajo de Rhys Ifans. El némesis de nuestro héroe se toma su tiempo en mostrar su rostro y, a diferencia de lo que ocurría con el Duende Verde en la original, el alter ego de ambos no supone un misterio para ninguno. Más allá de que los efectos sean de primer nivel (sorprende la falta de uso del ya gastado slow-motion) y que las secuencias de combate estén bien dispuestas, en ningún momento se llega a la altura alcanzada con el personaje sin el traje.

En este sentido es un gran logro del realizador que, aún con todas sus repeticiones y la falta de sorpresas en la historia del joven, se pueda olvidar a la primera de la saga, una producción con plena vigencia de la que sólo ha pasado una década desde su estreno. Resta entonces esperar los resultados de The Dark Knight Rises y demás propuestas para esta segunda mitad del 2012 con la certeza de que este año se perfila como uno de los más ricos del último tiempo.

8 puntos

 

 

 

 

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