Crítica de The Banker

Es la historia de Joe Morris y Bernard Garrett, que en los años ’50 se convirtieron en los dos primeros banqueros afroamericanos en los Estados Unidos.

Dos pícaros sinvergüenzas contra la blanca legalidad

Apple TV +, en busca de ampliar su servicio de streaming donde ya cuenta con reconocidas series y documentales, presentó un film original el pasado 20 de marzo en el cual supo combinar buenas actuaciones, buena historia y buena técnica alcanzando un buen resultado en pantalla. The Banker, dirigida por George Nolfi (The Adjustment Bureau) y basada en hechos reales, está ambientada en las conflictivas décadas de los ’50 y ’60 en los estados de Texas y California, en Estados Unidos, donde la segregación racial todavía era un tema álgido. Y precisamente es la cuestión que explota el film durante sus dos horas de duración, en las que no se corre del foco a la discriminación, la superación personal y social y a la legalidad.

La historia nos presenta a dos inversionistas afroamericanos, Bernard Garrett y Joe Morris, quienes desafiaron a la sociedad y a un sistema preestablecido de finanzas y bienes raíces que, en aquellos años, intentaba dejarlos afuera e impedir su crecimiento por ser negros, por ejemplo evitando que se mudaran a «zonas blancas» o que firmaran ciertos contratos con personas blancas. El protagonista, que cumple con la sobriedad y paciente obstinación con la que caracterizan al artífice de toda esta aventura inmobiliaria y legal, Garrett, es el Vengador Anthony Mackie (The Hurt Locker), quien también acaba de debutar como protagonista en la segunda temporada de Altered Carbon, y si bien se pone un tanto arquetípico en algunas posturas, encabeza con holgura esta historia que necesita del carácter y la firmeza que muestra a lo largo del film. Pero vale reconocer que también sirvió de mucho estar acompañado de un profesional tan avasallante y generoso como Samuel L. Jackson (Pulp Fiction, Captain Marvel), en ese tipo de papeles que le calzan a la perfección: desenfadado, cínico, resuelto. El «Joe Morris» carismático que encarna, brilla cada vez que aparece en pantalla, pero siempre dando lugar y sin opacar a sus coprotagonistas. Porque junto a ellos dos, también tenemos a Nicholas Hoult (Tolkien, X-Men: Days of future past), quien se encarga de representar al particular y polémico socio de los dos afroamericanos, Matt Steiner. Los tres conforman un convincente trío que se embarca en un arriesgado proyecto, no sin antes pasar por una suerte de instrucción al estilo My Fair Lady interracial, que si no fuera por la frescura de estos tres actores, podía ser una secuencia bastante rara.

Es que por momentos se siente un poco el transcurso de las dos horas de duración. Si bien no hay sobreexplicaciones, cuenta con un manejo inteligente de las sutilezas y nada de lo que se cuenta en la película parece estar de más, se narra bastante al detalle la expansión, apogeo y caída de estos terratenientes afroamericanos que no se conformaron con poco y fueron por más, a luchar contra los blancos poderosos y un sistema político y social inescrupuloso. Sin abusar de efectos narrativos o visuales, algunas escenas se pueden sentir repetitivas así como algunos parlamentos muy técnicos, que quienes gusten de cuestiones legales o bienes raíces, e incluso de matemáticas, sabrán disfrutar más. Pero a medida que las consecuencias alcanzan a nuestros protagonistas, la acción avanza y la prolongación no llega a aburrir. Para lograr esto, cuenta además con un destacable trabajo en la banda sonora, un cuidadoso diseño de producción, arte y vestuario, que acompañan y suman al resultado.

Tampoco podemos dejar de mencionar en el reparto a una simpática Nia Long (Mi abuela es un peligro) personificando a Eunice Garrett, que además de ser la dulce y compasiva esposa del protagonista, erige su voz femenina para demostrar que detrás de cada hombre hay una gran mujer que acompaña activamente y que también está dispuesta a trabajar en esta lucha. Un personaje que en cada intervención hace sentir su peso. Y es que, como mencionamos, la película relata la anécdota al tiempo que testimonia la lucha, la busca de superación y la discriminación que ciertos componentes de la sociedad ejercen sobre otros a quienes consideran deben permanecer apartados.

¿Se puede acusar de cierta indulgencia a la perspectiva del film? Se puede discutir. Pero está claro que el objetivo es recordarnos, y nunca está de más, la lucha de la población afroamericana en Estados Unidos en una de sus épocas más conflictivas, por lo tanto, la lucha de las minorías, de los sometidos, de las injusticias. No es un film tendencioso, se reivindica la pelea por la igualdad y por los derechos y hasta da lugar a la voz femenina, también replegada por un machismo que la cuestión racial olvida. Y señala, entonces, cómo a veces las leyes y algunos sectores de la sociedad conforman un sistema clasista, segregador, pero que no podrá impedir el reclamo y la lucha por una sociedad más justa y equitativa. Suena utópico pero quizá The Banker vino a recordarnos que siempre se puede dar pelea.

7 puntos

 

 

 

 

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