Crítica de The Prodigy / Maligno

Una madre preocupada por el comportamiento perturbador de su hijo piensa que algo sobrenatural puede estar afectándolo.

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Con The Prodigy me encuentro con una situación particular. El hacer la crítica de la película que vi y disfruté o de la que sé que es. Entiendo que el planteo pueda generar ciertas dudas, pero lo cierto es que mi experiencia se vio radicalmente afectada por una situación personal repudiable: llegar tarde a la función. Sí, unos cinco o diez minutos de demora cambiaron completamente la óptica con la que vi este film de terror. Al buscar aquello que me había perdido descubrí, muy a mi pesar, que se trataba de una secuencia que por alguna razón revelaba las cartas demasiado rápido. Un absoluto sinsentido si tenía en cuenta que lo que acababa de ver en pantalla mantenía en vilo al espectador, que descubría la incógnita junto a la protagonista. Subestimar a la audiencia es grave, sobre todo cuando genera tanto daño al propio proyecto.

Reza la campaña publicitaria que The Prodigy debió ser re-editada de tan aterradora que era. Cualquier ávido fanático del género sabrá que una declaración semejante carece de sentido. Sin embargo algo de verdad había, más allá de que se hace el todo por la parte. Su director Nicholas McCarthy declaró haber tenido que volver a editar una escena en particular, una con el pequeño protagonista y Colm Feore (Thor) que es la mejor que la película tiene para ofrecer, dado que dejaba al público tan alterado que no se prestaba atención a lo que seguía. Sucede que el film hace buen uso de algunos recursos para inducir terror.

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Sin ser una obra pionera, ofrece una buena alternativa al gastado cine de posesiones sobrenaturales y niños diabólicos. Hay una razón interesante para justificar a esta semilla maldita que no tiene sentido adelantar, más allá de que el realizador haya decidido spoilear su propio trabajo en la primera escena. Y con ello en consideración, opta por aplicar ciertas decisiones en relación a sus sustos que son efectivas y espeluznantes, sobre todo cuando hay flashes rápidos hacia lo que en verdad ocurre. Hay una secuencia en particular que es una suerte de homenaje/copia a Shock, el film de Mario Bava de 1977, con el que esta tiene varios puntos de conexión.

Quien más se destaca es Jackson Robert Scott, el pobre Georgie de It, que a sus tiernos 10 años se está convirtiendo en un pequeño digno de pesadillas. El guion de Jeff Buhler (The Midnight Meat Train) lo hace soltar algunas frases que solo una mente retorcida puede pensar y allí reside otro de los puntos a favor de todo el proyecto, lo que ensalza todavía más esa ingeniosa vuelta de tuerca dentro de lo que es un género muy visitado. Y si bien puede que se mantenga dentro de territorios familiares, se guarda algunos ejemplos de violencia física y verbal que la ubican por encima de muchas otras.

Puede que en líneas generales se desenvuelva sobre lugares comunes. El niño prodigio que manifiesta un comportamiento claramente maligno, su madre (Taylor Schilling) que lo sobreprotege hasta que es demasiado tarde -a pesar de las múltiples evidencias de que hay algo más-, el padre que es ignorado en sus expresiones de preocupación, el perro que desde el inicio sabe que el chico no está bien. Pero es en el detalle más fino, en el cómo conecta un punto con el otro, donde The Prodigy demuestra todo su potencial. Y eso también resulta en desilusión, porque con las herramientas para alcanzar la grandeza se conforma con solo estar por encima de la media.

6 puntos

 

 

 

 

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