Crítica de Underworld: Blood Wars / Inframundo 5

Selene debe enfrentarse a brutales ataques tanto de los Lycans como de los vampiros que la traicionaron. Con sus únicos aliados, David y su padre Thomas, deberá detener la eterna guerra entre las facciones.

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Allá por el 2003 fuimos capaces de apreciar un relato de vampiros y hombres lobo, personajes clásicos de la mitología literaria. Uno que enfrentaba a estos dos bandos en una guerra que había comenzado en tiempos antiquísimos y que ahora se libraba en nuestro mundo contemporáneo. Underworld trasladaba a estos seres la acción y estética característica de los films de género que enfrentaba a bandos organizados, y el terror que no podían dejar de infundir estas criaturas, ahora que se ven (no) insertos en la sociedad del nuevo milenio. Lo más importante fue que conoceríamos a Selene, la justiciera vampiro encarnada por Kate Beckinsale, a partir de la cual conocemos la disputa entre estas facciones. 13 años más tarde, con tres secuelas directas y una precuela, Underworld: Blood Wars parece darle el necesario cierre que la saga pedía a gritos.

En esta quinta entrega, como buscando la apoteosis de la guerra entre los vampiros y los lycans, se retoma el más puro enfrentamiento entre ambos tal como lo concebía la primera película, tema diluido en Underworld: Evolution y Underworld: Awakening. También la historia personal de una Selene convertida en paria, cazada hasta por los de su raza, y sufriendo por el desconocimiento del paradero de su amado Michael y el rechazo de su hija, Eve; mientras que David (Theo James), su compañero de la cuarta entrega, ahora toma mucho protagonismo. Una secuencia de montaje sumada a los paupérrimos diálogos a lo largo del film pretenden describir constantemente el contexto y justificar por qué Selene es perseguida.

En esta vorágine de sucesos impulsados por dos nuevos personajes, Semira (Lara Pulver) y Marius (Tobias Menzies), los nuevos líderes de cada bando, ocurren tantas cosas en tan poco tiempo pero en un espacio tan grande, que la verosimilitud que impulsa la justificación de las acciones termina por verse completamente afectada.

El meandro de la propia trama da lugar a revelaciones y giros que transforman a los personajes, pero sin el desarrollo ni la pausa necesaria. El film convive con los clásicos ralentis, planos detalles y colores que marcaban de gran forma la estética de la saga, sin embargo se encuentra con la necesidad de apresurar la resolución dentro del meollo de situaciones.

Lo último resume en un detrimento del terror que provocan los monstruos. Independientemente de que el espectador ya los conoce, la expansión del mundo -conocemos el refugio nórdico vampiro, por ejemplo-  no es capaz de entregar una mirada fresca ni de los vampiros ni de lycans.

Aún dentro del brutal enfrentamiento, Anna Foerster, la primera directora de la saga, elige presentar -dentro de lo se puede en el género de acción- a una Selene que no ha perdido las mañas de cazar todo lo que le presente una amenaza, pero que se encuentra expuesta y emocionalmente destruida por la situación que vive. La mujer que ha perdido todo, sufrida y desganada.

En forma tosca, Underworld: Blood Wars cierra los cabos sueltos y presenta una conclusión, sino del conflicto entre lycans y vampiros, de la historia de Selene, la mujer más querida del género de acción en los años que corren.

estrella25

 

 

 

 

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