Crítica de Where To Invade Next

Se trata de una subversiva y descostillante comedia en donde Michael Moore juega el papel de “invasor”, visitando una gran cantidad de países con el objetivo de averiguar y aprender cómo Estados Unidos podría mejorar sus problemas internos.

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La autocrítica es difícil, abstenerse de hacerla es fácil. Pero en esos movimientos contrapuestos, la primera siempre sobrevuela como la declaración de un deber al cual se quiere escapar. Es decir, autocrítica hay siempre, el reto es cuán profundo indaguemos en ella. Eso es lo que Michael Moore produce tan naturalmente como el acto de hablar. Y con el humor y acidez que lo caracteriza prosigue su misión de corroer el sistema ideológico cultural norteamericano, en un documental que compensa el hecho de no llegar a una autocrítica profunda con una estructuración entre imagen y tema que resulta tan fascinante como entretenida.

Si el cine es un discurso implícito en el cual el espectador se sumerge, entonces el documental explicita todo ese contenido ideológico y siempre debe encontrar una forma de que el espectador se vea tan fascinado como si estuviera frente a una ficción. Y ya desde la pantalla en negro y música militar, Moore logra que ese público quede atrapado por la comicidad que plantea una premisa rebozante de ironía: las fuerzas armadas norteamericanas mandando al realizador a distintos países para tomar algo de ellos. ¿Petróleo? No, ideas.

El director elige una modalidad participativa en el documental, lo que a priori favorece la identificación del espectador con la obra. Sin embargo, la forma en que está llevada está participación, que le otorga un interesante grado de ficcionalidad, rezuma en una sensación de negativa a abordar el problema seriamente, por lo menos en la primera parte del documental. A la vez estas intervenciones, realizadas siempre con sarcasmo, dan lugar a una toma de posición en la cual el autor parece desligarse de la herencia y cultura de su país. No obstante, es lo que mantiene al espectador entretenido y ligado al tema.

El cambio producido a partir de su visita a Alemania marca uno fundamental en el tono de la película, que pasa de una investigación de culturas llevado con ligereza, a una espesa crítica sobre la toma de conciencia de la historia del propio país. Y si una de las grandes cosas que Moore había hecho minutos atrás era retratar minorías y juntarlas como grupos mayoritarios de forma innata y corriente, aquí logra fusionar estas imágenes con fragmentos de Triumph of the Will, el famoso documental propagandístico nazi de Leni Riefenstahl, logrando el momento más álgido y emotivo del film.

Moore logra una gran contrucción narrativa temática, en donde los tópicos más críticos de la historia de cada país que visita producen un eco que retumba con gran fuerza dentro del contexto mundial del espectador actual. Son estos temas los que llegan con más fuerza, ya que uno se encuentra totalmente sumergido dentro del mundo que se plantea.

Lo que se le puede argumentar al director es no haber realizado una autocrítica mayor a un documental que se lo merecía, sin embargo esto extendería los límites de los elementos formales cinematográficos de los cuales no hay variedad ni experimentación, ya que lo que aquí vale es la estructura que construye Moore alrededor de temas actuales y reactualizados. Finalmente reafirma que la historia es capaz de ser intervenida. Así como somos productos de la historia de un país, debemos tomar conciencia y encargarnos de esa herencia que ha tocado.

estrella4

 

 

 

 

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