Crítica The Book of Boba Fett: This is the way, con cambio de riel incluído

Las series de Star Wars siguen expandiendo el universo.

¿De qué va?: En las arenas de Tatoonie, el cazarrecompensas Boba Fett y el mercenario Fennec Shand navegan por el inframundo de la Galaxia y luchan por el antiguo territorio de Jabba the Hutt.

La última trilogía de la saga creada por George Lucas –y ya en manos de Disney– generó debate y una imagen un tanto gris a uno de los símbolos más importantes de la industria en los últimos años, y ni hablar dentro de la ciencia ficción. Por eso, la ampliación de la franquicia con series derivadas al servicio de streaming también arrojaban dudas ante una posible sobreexplotación y caída de esta figura.

Pero ante la gran recibida por parte del público y los críticos por las dos temporadas de The Mandalorian, la vara se ponía en juego ante la segunda serie live-action ambientada en el mismo universo como era The Book of Boba Fett, que arribó los últimos días del año 2021 sin tantos bombos y platillos como fue su antecesora pero aún así era ansiada.

Nuevamente de la mano de Jon Favreau –quien fue guionista de los siete episodios- junto a una lista de directores que repiten al igual que en las aventuras de “Mando” como Bryce Dallas Howard, Dave Filoni y Robert Rodríguez, la historia transcurre en dos líneas temporales siguiendo momentos específicos de la vida del personaje interpretado por Temuera Morrison –quien en el capítulo II personificó a Jango, su padre-; una luego de escapar del Sarlacc pero sin su armadura y la otra tras los sucesos de la segunda temporada de The Mandalorian, donde en la escena postcréditos pudimos ver cómo tomaba el mando que en algún momento fue de Jabba The Hutt tras asesinar a Bib Fortuna.

Pero si bien en términos narrativos se presentan algunas diferencias con la serie estrenada en 2019, apuntando a un estilo menos lineal y alejándose de esas aventuras unitarias que vimos del personaje de Pedro Pascal, -principalmente en la primera temporada con las visitas a los diferentes puntos de la galaxia- con una historia más homogénea, tanto las secuencias de acción como el guión y el tratamiento del humor presentan una misma idea entre las dos series, donde se nota la formación de una identidad en conjunto –algo que se puede intuir por la lista de los encargados en ambos proyectos- para que el tipo de series de este universo tengan su propias características y normas.

Pero si -como presenta su propio título- hablamos de un libro, las hojas no son de un solo personaje –como destaca también su nombre- sino que abarca diversos puntos que van más allá del propio Fett. Y acá encontramos algunos detalles interesantes a la hora del armado de la historia, porque si bien el comienzo detalla las acciones del protagonista no hay nada llamativo, en el quinto episodio hay una ruptura a lo que venimos viendo y nos encontramos con sucesos alejados a las mismas, que finalmente terminan uniéndose pero que resulta avasallador el recurrir a una aventura que parece salida de otra serie, con toda la trama enfocada en un personaje y que invisibiliza al propio protagonista, tomándose una excesiva pausa hasta de lo visto anteriormente.

Dicha innovación puede arrojar resultados dispares, porque si bien es funcional para unir el universo de estos cazarrecompensas en la pantalla chica y que tengan su propio lenguaje dentro de una saga aún más grande, la irrupción de algunos personajes pueden superponerse sobre el propio protagonista, que si bien logran complementarse de buena manera entre ellos el nombre de Boba no queda en lo más alto sino que comparte cartel con otros y se convierte en una cooperativa galáctica. Algo que podemos intuir por la empatía del personaje, ya que más allá de lo icónico que es debía cargar entre sus hombros la responsabilidad de ser la cara visible del proyecto y disputando el carisma con el otro mandaloriano, quien ofrece aspectos más humanizantes. Amen a esto, también hay un buen apoyo de Ming-Na Wen como Fennec Shand, siendo de los personajes más interesantes a lo largo de los siete episodios en un contexto donde no hubo tiempo para mayor desarrollo de aquellos que no usaban armadura; por lo que no sería descabellado pensarlo para que cuente con su propio spin-off.

Sin embargo, que entre ambas series compartan un lenguaje no quiere decir que está exento a que pueda generar su propio camino, y si bien en The Mandalorian vimos algunas características de western, en esta nueva oportunidad tuvimos además de singularidades a producciones del viejo oeste también presentan algunos tintes del género de gánsteres en la acumulación y disputa por el territorio y los intereses por el poder, sin caer en la disputa política como vimos en los largometrajes.

Esta especie de Corleone con la cara tapada cuidando su territorio se vuelve de lo más interesante de la trama, aunque tampoco cuenta con mucho tiempo tras la decisión de contar con un episodio “satélite”. Lo mismo sucede con sus antagonistas, tanto en la disputa política como en la grata –y esperada- aparición de Cad Bane, en su mejor estilo Eastwood que te deja con ganas de más.

Más allá de dichas cuestiones, Fraveau -junto a la idéntica lista de directores- logran darle su propia impronta a las series de la saga y, detalle no menor, en esta nueva oportunidad logra volver a entretener, principio básico para proyectos de estas características y dejar la posibilidad de mantener el juego a futuro. A pesar de contar con varias vías, el camino está.