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Más de 80 años han pasado desde lo que sería la primera película de zombies de la historia. Allá por 1932, Victor Halperin creó una historia basada tanto en una obra teatral de Broadway como en mitos de la cultura de Haití, la religión vudú y tempranos precedentes como Frankenstein (1931), con el mero objetivo de provocar pavor en la audiencia. Las criaturas más icónicas de la cultura popular han hecho un largo viaje para llegar a lo que son hoy en día, superando en el 2002 un nuevo límite con el estreno de la franquicia Resident Evil y más tarde en el 2013 con World War Z masificándose hacia otros rubros.
Originariamente en films de terror, la invasión de los zombies se expandió hacia series, cómics e incluso eventos sociales como marchas o carreras. Desde la segunda mitad del siglo XX, estas manifestaciones de muertos vivientes cada vez son más recurrentes y muchos lo han explicado como un fenómeno que el público ha redescubierto. Hay una leve pero firme tendencia a hacer menos películas de este tipo que sean de miedo, más volcadas hacia la comedia o la ciencia ficción.
Tan rotundo es el éxito de esta preferencia que es imposible no plantearse una causa, un motivo de esta incursión en diferentes ámbitos sociales. ¿Por qué nos atraen tanto? ¿Es que acaso nos sentimos identificados en algún nivel? Muchos afirman que el zombie representa nuestra decadencia, un declive de la consideración a nuestro entorno, que en la actualidad al pasear por la calle nos sentimos un poco como tales, como extraños. Y que por más que haya ciudades sobrepobladas, en realidad estamos muy solos y alienados.
Sin embargo, no hay pesimismo alguno que el humor deje sin exposición en la pantalla. Sin dejar de ser un suceso que cambia y se transforma constantemente, estas criaturas han evolucionado en la pantalla grande con grandes comedias como Zombieland (2009) y, a raíz del estreno de su largamente esperada secuela, aprovechamos para hacer un repaso por otras obras similares que definieron este siglo:
Shaun of the Dead (2004)
Una obra que marcó un antes y un después en esta clase de películas. Todos los sellos característicos de Edgar Wright están bien presentes, con un ritmo frenético pero justificado, de planos dinámicos y hechos narrados de manera más efectiva que el diálogo o la exposición. Shaun es un ser humano promedio, con un trabajo corriente y todas las cualidades clásicas del protagonista en pleno desarrollo: una novia que lo critica, un amigo fracasado que no puede ni quiere sacarse de encima. En medio de su rutina diaria, y producto de su desinterés total por todo lo que lo rodea, es partícipe del comienzo de una epidemia aún cuando tarde en entenderla o notarla, teniendo la tarea de salvar a sus seres queridos de la horda que deambula por todo Londres.
Una predisposición a retomar la comedia visual marcando el comienzo de un culto, una nueva era de enajenación sobre algo que -como se indica al comienzo del artículo- debería generar terror pero que en cambio revela la aceptación inconsciente del poco interés que tenemos sobre el convivir, en un mundo lleno de este tipo de criaturas.
Warm Bodies (2013)
Una terrible plaga ha dividido a la población en zombies y humanos. R, uno de los muertos vivos, sorprende a sus hermanos atacando a una joven llamada Julie y la rescata. Julie ve que R es diferente a los demás y la pareja se embarca en una extraña relación. Basada en la novela homónima de Isaac Marion y con guion y dirección de Jonathan Levine (50/50), es una historia de romance en medio de una tradicional lucha post-apocalíptica, con mucho humor morboso y una narración autocrítica del protagonista. Esta forma de relato, junto con algunos gags entre zombies, le da un toque muy interesante de originalidad, manteniendo reglas del género y añadiendo otras.
Anna and the Apocalypse (2017)
Un apocalipsis zombie se cierne sobre un apacible pueblo en navidad. Anna y sus amigos de la escuela secundaria tendrán que luchar, cantar y bailar para salir indemnes de los ataques de las hordas de muertos vivientes. Con una mezcla de influencias que van desde Night of the living dead (1968) hasta Shaun of the Dead, es una amalgama de comedia, música y terror, por lo que puede hacernos sentir curiosidad desde el momento en que nos damos cuenta que nadie había intentado antes unir tres géneros tan distintos en una misma película. Una «comedia musical zombie» que genera constantes carcajadas y resulta en una agradable sorpresa.
Fido (2006)
Cuando una nube de polvo espacial provoca que los muertos se levanten hambrientos de sus tumbas, surge la Corporación ZomCon para conquistar a las criaturas y domesticarlas, convirtiéndolas así en trabajadores para los humanos. Ahora, en una ciudad idílica, un niño escéptico encuentra a su mejor amigo en la nueva mascota de la familia, al que apropiadamente llama Fido. Lamentablemente para sus vecinos, el collar que lo controla tiene fallas y éstos terminan en su menú.
Fido es una buena idea con aspectos técnicos cuidadosamente diseñados, que respetan las veneradas películas del estilo y tratan a los míticos personajes de una manera honesta. Sobresale con su critica humorística sobre la sociedad en la que vivimos, basada en la apariencia. Los muertos vivientes tienen sed de cerebros frescos y no hay mucho que puedas hacer para cambiar eso, pero el creciente afecto de los personajes por la mascota muestra cómo Fido los conquista después de que se ha cruzado la barrera de la imagen.
Juan de los muertos (2011)
Mientras la ciudad se llena de zombies sedientos de carne humana, los medios oficiales comunican que los disturbios son causados por disidentes pagados por Estados Unidos. El pánico se apodera de todos hasta que Juan llega al rescate: descubre que puede matar a los muertos vivientes y decide montar un pequeño negocio bajo el slogan «matamos a sus seres queridos». Se enfrenta a los mismos para ganarse así su sustento diario, en un escenario que aún no había sido invadido en el cine: La Habana.
La trama es sólo una excusa para satirizar diferentes aspectos de la realidad cubana. Los zombies que deambulan son disidentes entrenados, líderes políticos y una población paralizada por décadas de catecismo revolucionario. Una sátira hilarante pero igual de contundente, que revela un país que dice estar contaminado por la modernidad. Si bien la crítica social es fuerte, en ningún momento Juan de los Muertos cede con su comedia. El bajo presupuesto tampoco daña la producción hispano cubana que contiene una excelente y creativa dirección de arte.
Scouts Guide to the Zombie Apocalypse (2015)
En la víspera de su última noche de campamento, tres boy scouts descubrirán el verdadero significado de la amistad cuando intenten salvar a su pueblo de una amenaza zombie, en la que sus conocimientos de supervivencia y una bella stripper serán sus únicos aliados.
El guión no es el mejor, los clichés del cine norteamericano están a la orden del día y el final es predecible pero, aun así, abunda en escenas y situaciones hilarantes -como el momento en que los niños cantan el hit Baby, one more time junto a un zombie- y resalta su burla hacia la tecnología y el mundo de selfies en el que vivimos. Con altas dosis de sangre, el film no pretende ser una comedia memorable pero sí algo divertido para pasar el tiempo.
The Dead Don’t Die (2019)
Una película zombie hecha en estado un poco zombie. Jim Jarmusch, icónico exponente del cine independiente de la década del ’80, reúne a estrellas como Bill Murray, Adam Driver, Tilda Swinton e Iggy Pop y dirige una obra en la que pareciera que se divirtieron más ellos realizándola. Toma como punto de partida un movimiento en el eje de la Tierra que genera que los muertos súbitamente vuelvan a la vida. Los que descubren y enfrentan el asunto son, principalmente, dos policías de pueblo un poco perezosos.
Con ásperas críticas a cuestas, el film se desenvuelve como una fábula, empapada de metalenguaje en una atmósfera letárgica y pesimista, donde surgen más discusiones que los muertos del cementerio. Es el existencialismo en su nivel más pop y agridulce posible, rompiendo repetidamente la cuarta pared de una manera ingeniosa. Excelente para prestar atención a los detalles de la trama y no tanto a la historia principal.
Pride and Prejudice and Zombies (2016)
Durante la Gran Bretaña de 1819, una plaga de zombies invade la apacible población inglesa de Meryton. Elizabeth Bennet y sus hermanas, que han sido entrenadas por su padre en las artes marciales, se dispondrán a combatir contra los muertos vivientes. Sorprendentemente, no hay tantas escenas que involucran zombies como uno esperaría. Sigue siendo la misma historia de amor escrita por Jane Austen, pero con apariciones especiales de los muertos vivientes. Sin embargo, incluso si la historia es algo débil y poco desarrollada, hay una exploración satisfactoria de esta mitología propuesta para la Inglaterra victoriana post-apocalíptica. La película está muy bien producida, y va desde una hermosa cinematografía idílica, siempre atmosférica, hasta un diseño de producción que incluye un traje de época muy refinado. Así mismo, el trabajo de Lily James (Yesterday) es por momentos un idéntico guiño a la actuación de Keira Knightley.
Dance of the Dead (2008)
En la noche de graduación de una escuela secundaria, los muertos vuelven a la vida y comienzan a alimentarse de los vivos. Las únicas personas que pueden hacerles frente son los llamados «perdedores» de la clase, aquellos que no podían competir en la fiesta. Como comedia de adolescentes no le falta nada: un baile de promoción, adolescentes enamorados y el tímido nerd incapaz de reunir el valor de pedirle una cita a la porrista de sus sueños. Y como película de zombies también reúne todos los requisitos básicos como para no pasar desapercibida, aunque sin llegar a ser memorable. Dance of the dead disfruta también de escenas originales como, por ejemplo, la pareja de zombies adolescentes enamorados que, literalmente, acaban comiéndose a besos.
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