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Para los primeros meses del año 1999, todas las expectativas estaban puestas sobre Star Wars Episode I: The Phantom Menace, un nuevo capítulo en el universo creado por George Lucas que se estrenaría en mayo con gran fanfarria. Pero durante ese tranquilo comienzo de año, Warner Bros. presentó sin mucho revuelo una película de ciencia ficción dirigida por los (en ese entonces) hermanos Wachowski titulada The Matrix. 20 años después, Larry y Andy ahora son Lana y Lilly (conocidas colectivamente como The Wachowskis), y nosotros nos quedamos con las ganas de elegir una tercera píldora, exceptuando la roja y azul, para poder olvidarnos y revivir por primera vez los sentimientos que tuvimos cuando posamos nuestros bellos ojos sobre uno de los trabajos del género más originales y legendarios de las últimas décadas.
Neo, Trinity, Morfeo, Agentes, la Matrix. Son conceptos que hoy en día conocemos de memoria, como si hubiesen salido de una biblia cibernética y les rindiésemos culto, pero todo salió de la mente de las Wachowski, quienes fusionaron hábilmente una multitud de nociones técnicas, tecnológicas, filosóficas y religiosas para crear un pedazo de entretenimiento fílmico incomparable. Al comienzo de la película, poco y nada entendemos de este mundo que se nos presenta delante nuestro, pero como si estuviésemos transitando las virtuales calles de la peligrosa Matrix, la clave es agarrarnos de lo que apenas comprendemos y salir corriendo con esa pieza de información antes de que las consecuencias sean letales.
El mundo artificial creado por las visionarias cineastas provocó un movimiento tectónico en la manera que Hollywood encaraba sus proyectos en el cine de acción y sus franquicias, y su innovación todavía se siente hoy en día. No recordamos a The Matrix sólo por su glorioso uso del efecto bullet time (o cámara lenta como se conoce en forma vernácula), o por las técnicas de wire fu heredadas del cine de acción de Hong Kong (escenas coreografiadas por el maravilloso Yuen Woo-ping) sino por su intrincada y completa historia. Durante la pre-producción, las Wachowski les proveyeron a su elenco con numerosos libros para poder explicar sin mucha dificultad qué significaba la Matrix antes de siquiera abrir el libreto. Para el final del proceso, Keanu Reeves podía explicar todas las sutilezas filosóficas del film, mientras que Carrie-Anne Moss comentó que había tenido dificultades con todo el proceso en general. Ese nivel de detallismo que hoy en día escasea es lo que hizo y hace que la película sea tan recordada.
Cuando el polvo finalmente se asentó en el suelo ese mismo año, The Matrix terminó su recorrido convirtiéndose en la película más taquillera en Estados Unidos con calificación restringida y la cuarta en recaudación mundial, amén de cuatro premios Oscar a Mejores Efectos Visuales, Mejor Edición, Mejor Sonido y Mejor Edición de Sonido, vapuleando a su competencia, que de manera coincidente incluía a la decepcionante The Phantom Menace. Olvidémonos por un segundo de las secuelas que llegaron tras un halo enorme de expectativa en 2003, que para bien o para mal aumentaron las ventajas y desventajas de su predecesora, y enfoquémonos en lo fascinante que sigue siendo The Matrix hoy en día, donde sus efectos han envejecido muy poco y conservan todavía su impacto inicial. 20 años después, podemos decir que estamos frente a un rotundo clásico moderno.
¿Ustedes cómo recuerdan a The Matrix?
