«Ni Dios te salva»: Crítica de Diez Menos

Quique es un trabajador practicante, creyente, católico, fiel seguidor de Los Diez Mandamientos. Un día todo se le da vuelta, con lo que abatido y descreído decide que seguir los mandamientos no le sirvió de nada y que ahora los romperá uno a uno.

Una comedia dramática y pasatista, con tintes emotivos, dirigida por Roberto Salomone y protagonizada por Diego Pérez, es la nueva apuesta de la distribuidora 3C Films. Diez Menos se presenta con la intención de hacer reír y conmover por partes iguales, pero los resultados están lejos de lo esperado.

El guión de Osvaldo Cascella trae una historia en donde Pérez interpreta a un hombre a quien las cosas le están saliendo evidentemente mal. Su personaje es Quique, un empleado y fiel católico que transcurre su vida entre la rutina diaria que lo lleva desde su trabajo a su casa, donde lo espera su mujer, a la que ama profundamente. Sin embargo, un día toda esa aparente estabilidad desaparece: pierde su empleo, su mujer lo deja y es echado de su casa.

Viendo cómo sus pilares y estructuras caen ante sus ojos, decide ir «en contra» de los mandamientos en los que creía y hacer absolutamente lo contrario a lo predicado en la iglesia. Y cuando nuestro personaje cree que todo está perdido para él, Dios le envía la siempre famosa «mano salvadora». El recurso del Deux Ex Machina es tan antiguo como el teatro griego, pero la tentación de recaer en la solución externa tan burda no resiste el mero análisis.

Con las actuaciones de Pérez, Daniel Alvaredo, Jimena Anganuzzi, Roly Serrano y Ernesto Claudio, el film acumula una galería de personajes que rozan el patetismo, plagados de estereotipos y lugares comunes que recuerdan a un cine argentino que atrasa décadas. El estreno comercial de este proyecto es buena oportunidad para reflexionar acerca del estado que atraviesa cierto sector de nuestro cine: Diez Menos despliega un humor básico que recuerda al espíritu inocente y rústico que caracterizó a otras épocas, ya vetustas, de la escena nacional, como los tiempos del capo-cómico Luis Sandrini y Alberto Olmedo.

Con una elaboración visual muy pobre, presenta un trabajo de cámara haragán y una musicalización sensiblera que haría bien erradicar de una buena vez. De esta forma Diez Menos dejará a la gran mayoría de su público con una sensación de indiferencia, puesto que parodia a lo que un verdadero film debería ser: por momentos su formato remite más al sitcom televisivo, pero mal hecho. Quizás deberíamos preguntarnos por qué el Instituto Nacional de Cine financia este tipo de producciones.

A un paso del ridículo permanente, el problema de Diez Menos es que no resulta graciosa cuando imperiosamente busca hacer reír al espectador, pero no consiguiendo el cometido. Tampoco logra emocionar, evidenciando serios problemas en la construcción de la historia. La debilidad del guión también se nota en su falta de arrojo para atreverse a hacer un humor un poco más elaborado y no quedarse contenido en la mediocridad del absurdo elemental. Para Diez Menos, la cuenta es literalmente regresiva.

estrella05

 

 

 

 

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