Ridley Scott, la orfebrería visual

Algunas líneas sobre el maratónico cineasta.

Ridley Scott

Ridley Scott es uno de los mejores directores contemporáneos del planeta Hollywood. Británico de nacimiento, de filmografía muy diversa imposible de catalogar y de dilatada trayectoria, continúa tan activo como en sus años de juventud. Si bien suele incurrir en films fallidos como A Good Year (Un Buen Año, 2004) y Kingdom of Heaven (Cruzada, 2005), es difícil olvidar el gran cuerpo de su obra. Desde su etapa más primigenia con The Duellists (Los Duelistas, 1977), Blade Runner (1982) o Thelma & Louise (1990), hasta su reivindicatoria etapa de madurez con Gladiator (Gladiador, 2000), Black Hawk Down (La Caída del Halcón Negro, 2001), y American Gangster (Gángster Americano, 2007), la carrera de este cineasta ha gozado de una permanencia infrecuente.

En tiempos donde Hollywood inauguraba el relato posmoderno del cine de blockbuster y su tecnología se renovaba de forma radical, Blade Runner (1982) resultaba un absoluto desafío para su autor. Esta obra representaría su consagración definitiva, luego de las magníficas Los Duelistas (1978) y Alien (1979). Colocando especial cuidado en la escenografía, Scott diseñó un ambiente sórdido y sombrío que sitúa la historia en la Los Ángeles de 2019, representada en enormes maquetas con calles nocturnas y lluviosas, luces de neón y gigantes carteles publicitarios.

Gracias a un profundo espíritu de transgresión estética y el empleo de recursos visuales nunca antes utilizados, su obra revolucionó el género. La hondura filosófica de esta película propensó diversas interpretaciones y metáforas plausibles de un estudio social, amparadas en sus intrincados y complejos mecanismos. El diversificado punto de vista que otorga el autor se vale de ricos elementos del género, y las destrezas propias de una narrativa impecable hacen lo propio para convertir forma y contenido en un vehículo de sus más íntimas obsesiones. Cabe mencionar que, en esta ocasión, el montaje final fue decidido por la productora y no por el director. Recién en 1992 se conoció la versión Director’s Cut, lanzada al mercado con motivo del décimo aniversario de su estreno.

Ridley Scott

A las puertas del nuevo milenio, Scott fascinaría al mundo cinematográfico con un film de dimensiones épicas. La dirección a cargo del histórico realizador cumple a la altura de lo exigente en Gladiador (2000), sin descuidar el mínimo aspecto histórico. Destacan ostensiblemente las escenas de combate, logrando reproducir en forma digital a miles de extras, como los tiempos virtuales imponen. A propósito, la recreación de la ciudad antigua de Roma resulta notable, inaugurando una moda de cine bíblico que permanecía olvidada en el tiempo. Su inmenso talento se demuestra vigente una vez más, consiguiendo una combinación narrativa y visual tan efectiva como improbable en el Hollywood del nuevo milenio. Gladiador destila pasión y destreza cinematográfica en cada fotograma. Vale aclarar que Scott atravesaba un inmejorable momento profesional, el cual continuaría concibiendo la impactante y cruda La Caída del Halcón Negro.

En la madurez de su trayectoria, volvería a los primeros planos con Gángster Americano (2007), film en donde retrata la figura del jefe del cartel de drogas de Harlem en los años ’70. La reconstrucción de época es brillante y, en manos del artesano realizador, el film cobra magnitud épica. Por ello, sería recompensado con nominaciones en numerosas premiaciones internacionales. Denzel Washington (un habitué colaborador de su hermano menor, el fallecido Tony) aborda, en una de las mejores interpretaciones de su nutrida y laureada carrera, a un Frank Lucas a la medida de su monumental talento.

Incansable, su última década creativa testimonia exploraciones del cine de espionaje (Body of Lies, 2008), el cine épico (Exodus: Gods and Kings, 2014), la ciencia ficción espacial (The Martian, 2015), el policial de intriga (All the Money in the World, 2017) y dos regresos al universo planificado en la precursora Alien (Prometheus y Alien: Covenant). Todo ello sin contar sus cuantiosas labores de exclusiva producción. Scott es un cineasta maratónico.