Crítica de The Lodgers / Los inquilinos

Una maldición familiar confina a los gemelos huérfanos Rachel y Edward a su casa, como castigo por los pecados de sus antepasados. Nunca deben permitir a extraños entrar, deben estar en sus habitaciones antes de medianoche, y nunca deben separarse. Romper las reglas desataría la ira de «Los inquilinos» que merodean por los pasillos en la noche.

The Lodgers

El viejo refrán dice «Aunque la mona se vista de seda, mona queda». Este precepto bien puede aplicarse a la atmosférica pero vacua The Lodgers, terror gótico y sobrenatural proveniente del viejo continente, que se queda corta en buenas intenciones y falla en agregar un giro interesante al género.

Un caserón lúgubre, hermana y hermano mellizos al merced de las sombras, una rima infantil que establece reglas a no trasgredir a riesgo de enfurecer a los inquilinos del título, un joven que vuelve a su hogar luego de una ardua guerra, agua rezumando de cualquier orificio en plan ominoso, y demás. Son condimentos narrativos y visuales que se complementan el uno al otro de manera fehaciente, con gran pulso de parte del director Brian O’Malley (Let Us Prey), pero sin sustancia más allá de generar una especie de piel de gallina en la platea frente a ciertas situaciones extrañas ante las que se enfrentan los angustiados hermanos.

The Lodgers

La protagonista absoluta es la Rachel de Charlotte Vega, sensible y asustadiza, que se encuentra atrapada en una casa que se viene abajo con cada segundo que pasa junto a su extraño hermano Edward (Bill Milner), siguiendo a rajatabla unas reglas herméticas que los enemista de forma constante. Están en vísperas de sus 18 años y con su cumpleaños llegará una difícil decisión: romper los esquemas e intentar una nueva vida, o perpetuar el nada agradable linaje familiar. Las amenazas externas las encarnan el abogado de la familia (David Bradley, el odioso Filch de Harry Potter y el sádico Lord Walder Frey de Game of Thrones) y el ingenuo Sean (Eugene Simon, otro alumno del juego de tronos, el primo Lancel Lannister), quien cautiva inmediatamente a Rachel con su trágica historia de vida y su afinidad por los ajenos a la sociedad como lo son ellos dos.

Como fábula gotica, The Lodgers es todo un acierto. La ambientación de los años ’20 es casi palpable y el elenco ayuda mucho a realzar ese ambiente rural que pretende la historia. Las ensoñaciones macabras de los protagonistas tienen por detrás un diseño muy cuidado, que le da un aspecto final a la película parecido a las grandes producciones de Hollywood. Pero por más bella o rara que se vea, no tiene una historia fuerte que contar. Y a pesar de durar unos asequibles 92 minutos y nunca aburrir en su trayecto, no genera gran impacto con sus revelaciones o el lugar hacia donde se dirige la trama. Es una gran carta de presentación de parte de O’Malley para aquellos que no lo conocían, pero es en detrimento del guión de David Turpin que no eleva el producto hacia nuevos horizontes.

The Lodgers es puro estilo, pero poca sustancia. Tiene todo para llamar la atención, pero lamentablemente la falta de ideas narrativas la dejan en el camino, a merced del mal que se encuentra en esa puerta hacia el sótano que una y otra vez libera agua por sus cuatro lados.

estrella25

 

 

 

 

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