Crítica de Amor.com / Un profil pour deux

Pierre es un viudo jubilado que lleva dos años sin salir de su casa. Él descubre Internet y sus ventajas gracias a Alex, un joven que su hija ha contratado. A través de una web de citas, una estupenda chica joven, seducida por el romanticismo de Pierre, le propone quedar con éste. Él está loco de contento, enamorado, pero en su perfil ha puesto una foto de Alex.

Las relaciones amorosas se adecuan a los tiempo contemporáneos. La paciencia ha dado lugar a lo efímero, la construcción a la explosión y los cuerpos comienzan a ser una zona en donde la diversión circula de forma predominante. Pero para Amor.com, de Stéphane Robelin, algo no ha cambiado y eso es la felicidad que resulta del conocer a alguien, el amor necesario para realizarse, sea un treintañero como Alex o una persona como Pierre en el crepúsculo de los setenta.

La sutilidad de la comedia francesa no es una excepción en el film del guionista y director, quien a pesar de meterse en un punto de partida, a priori, bastante inverosímil y con tendencia al absurdo, manifiesta lo contrario, a través de la mesura y la descripción de la relación cotidiana entre personajes millennials, baby boomers y pre guerra.

Un profil pour deux, su título original, cuenta la historia de Alex (Yaniss Lespert), un escritor desempleado, y Pierre (Pierre Richard), el abuelo de su novia, quien conoce a Flora (Fanny Valette) a través de un sitio web de citas. Lo que en principio se perfila para una narración esterotipada y agresiva de la tercera edad intentando desenvolverse en una época ajena a sus valores y conocimientos, paulatinamente va alejándose de ese espacio, con el objetivo de retratar situaciones con respeto y ternura hacia cada personaje.

El film logra un buen número de momentos destacables, que oscilan entre la incomodidad de reuniones familiares o lo introspectivo, especialmente por parte de un Pierre interpretado con todo el talento del histórico Richard. Posterior a los casi 100 minutos de metraje, es posible darse cuenta que el aspecto tecnológico y trillado del relato es lo de menos. Robelin penetra en las fuentes de la sencillez, sin importar la edad o la época. Las relaciones son algo imprevisible, quien un día está hechizado al día siguiente anda cabizbajo por la vida, y el amor se encuentra en esos momentos más inesperados que se vuelven tan deliciosos.

 

 

 

 

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Matías Carballa

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