Crítica de Bel Ami, historia de un seductor

Un joven apuesto y sin escrúpulos llega a París luego de dos años con el ejército. Su atractivo físico y encanto personal pronto comienzan a abrirle puertas pero cuando toma conciencia de sus posibilidades, sus aspiraciones crecen y su ascenso se precipita de manera tan vertiginosa como su actitud moral se degrada.

En un cruel giro del destino, en el lapso de dos semanas tenemos tres películas que tienen como protagonista a una de las grandes mentiras de los últimos años: Robert Pattinson. El enclenque actor aparece en las salas argentinas en Cosmópolis, en la película que nos compete y cierra el circuito la semana que sigue en el producto que lo hizo saltar a la fama, el final de la saga Twilight.

Es entonces que en Bel Ami, Pattinson le da vida al personaje de la novela de Guy De Maupassant, un joven cuyos talentos son una belleza incomparable y una despiadada astucia, talentos que pondrá en cruel práctica al intentar seducir a cualquier mujer influyente en la vida parisina para trepar en la escala social y pasar de la miseria absoluta hacia lo mejor de la sociedad de París. El joven actor realmente encaja físicamente en el papel, pero su versatilidad termina ahí; claro que es un referente, un epítome de la belleza actual, pero al frente de una historia con moraleja como lo es el cuento de Maupassant, sus herramientas actorales hacen agua terriblemente.

Por suerte, un equipo de féminas experimentadas lo respalda sobriamente: ya sea la frigidez característica de Kristin Scott Thomas, el aire picaresco del personaje de Chrsitina Ricci o la hermosura y sensualidad de Uma Thurman, todas estas veteranas ayudan al subir el nivel de la propuesta. Pero no todo es color de rosas y definitivamente un elenco con trayectoria no subsana el hecho de que el guión de Rachel Bennette es bastante escaso y poco pretencioso, y el diálogo minimalista del protagonista tiende a empujarlo hacia el territorio de las constantes miradas petulantes para remediar el problema de lo escrito.

Poco ayuda también el hecho de que los directores Declan Donellan y Nick Ormerod consigan con Bel Ami su opera prima, por lo cual juegan en un territorio seguro y no innovan en su dirección, lo que hace que se sienta aburrida y repetitiva, por más que los detalles y la fotografía a cargo de Stefano Falivene luzcan increíbles. La historia de Maupassant, aunque no se crea, es interesantemente moderna -sobre todo por el hecho de que hoy en día se puede alcanzar una gran fama sin ningún talento discernible-, pero la producción en general, con un gran elenco, tiene poco que ofrecer más que contar un cuento y ya. Bel Ami tiene poco corazón y, como su personaje, puede parecer atractiva en la superficie, pero por dentro está completamente vacía.

 

 

 

 

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Lucas Rodríguez

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