Crítica de Freaky

Tras intercambiar su cuerpo con un asesino en serie, una joven estudiante descubre que tiene menos de 24 horas antes de que el cambio sea permanente.

La presentación de Universal aparece teñida de un rojo violento, la productora de Jason Blum hace presencia y frente a nosotros se sobreimprime el título de “miércoles 11”. A partir de aquí, la masacre.

Dentro de la primera secuencia del film, en la que adolescentes heteros hegemónicos son asesinados de una forma cruenta y brutal por un Vince Vaughn enmascarado, se nos presenta el elemento sobrenatural que genera el quiebre definitivo en la trama, como también en la estructura: Una daga maya que, al herir a diversa persona, permite que las almas de la víctima y victimario cambien de cuerpo.Hipnotizado por la extraña voz que viene de su interior, el Carnicero, interpretado por Vaughn, no duda en tomarla para iniciar su más grande obra macabra, sin saber lo que le depara. Esto no es solo una Slasher, mucho menos una de adolescentes conflictuados; esto es Freaky.

La nueva odisea de Christopher Landon, el bocho detrás de las dos de Happy Death Day y de la no tan buena Scouts Guide to the Zombie Apocalypse, nos pone en los zapatos de la retraída Millie (Kathryn Newton), una piba que muy lejos está de ser la más popular o la más aplicada… está lejos de todo y de casi todos. Gracias a sus amigos Nyla (Celeste O’connor) y Josh (Misha Osherovich), Millie sobrevive a una rutina pausada, en la que el duelo por la pérdida de su padre la somete a un presente que no destella ninguna progresión posible.

Siendo jueves 12, nuestra protagonista se levanta para ser la bolsa de boxeo del colegio, capaz de recibir todo tipo de golpes, pero sin la fuerza necesaria para devolverlos; solo logra mantenerse inerte frente a su dolida madre y a la suspensión de lo que quiere por lo que “debe”. Es así que, frente al bullying constante y al no poder siquiera acercarse al chico que le gusta, Millie se encierra en su traje de comodidad y depresión constante.

Pero la víspera del viernes 13 está cerca, como también el Carnicero. Tras ser apuñalada por este, ambas identidades cambian de huésped, y es acá cuando el verdadero film comienza. Ignorando los gags esperables de este recurso ya visto, lo que refresca tanto al género como a su visionado es el planteamiento de cómo una adolescente no solo queda atrapada en el cuerpo de otro, sino cómo también pierde el suyo. Millie, en esta travesía llena de gritos desaforados y vísceras, es perseguida por su propio yo que busca aniquilarla, y deberá de armarse de valor para comprender lo que perdió, como también lo que ganó. Ahora es fuerte, imponente, la gente grita cuando la ve, le tienen miedo, pero, ¿lo es porque tiene un cuerpo masculino o porque en su interior siempre lo fue?

A la inversa, desde el punto de vista del asesino, ahora con el cuerpo de una Millie hegemónica e indomable, como espectadores no podemos dejar de disfrutar como aquellos seres horribles, que opacaron el poco bienestar de la Millie que queremos, son aniquilados uno por uno de forma muy grotesca y gratificante. Porque no se mueren los buenos; se mueren los abusadores, los burlones, los que pisan y se ríen.

Con antagonistas odiosos y secundarios más que despiertos, este mundo conocido es un festín delicioso tanto para los amantes del género como para los que buscan una vuelta de rosca. Lejos de ser una parodia cómoda, el uso de los diálogos inteligentes y el accionar de personajes que justifican su mera existencia hacen del film un viaje divertidísimo.

Freaky es el retorno de la leyenda urbana, de cómo lo viejo toma lugar y golpea con el doble de fuerza. Es sobre aprender, soltar y abrazar al propio ser. Es sobre disfrutar del estereotipo transformado y comprender que los géneros no mueren, se reinventan.

7 puntos

 

 

 

 

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