Crítica de From a House on Willow Street / La posesión

Luego de secuestrar a la hija de un poderoso traficante de diamantes, los criminales responsables del golpe descubrirán que algo macabro se esconde dentro de la joven. No tardaran mucho en verse atrapados en una sangrienta pesadilla, perseguidos por el perverso demonio que ha poseído a su victima.

Muchas veces creo haber repetido por acá que es encomendable cuando una película tiene buenas ideas pero no terminan de sostenerse, usualmente por falta de fondos económicos. From a House on Willow Street es una de dichas producciones, un cóctel de suspenso y terror que nunca termina de cuajar, ya sea por efectos mediocres o simplemente una falta de compromiso de parte del director por crear algo diferente en base a conceptos algo novedosos en el género.

Dirigida por Alastair Orr -quien tiene en su haber varios horrores genéricos-, la cinta encuentra a un cuarteto de forajidos liderados por Hazel (Sharni Vinson, la heroína de la genial You’re Next), que pretenden lograr un golpe maestro y forjarse un futuro fuera de los alcances de la ley. Para ello deciden secuestrar a la hija de un magnate y hacerse con unos valiosos diamantes. Pero lo que el minucioso plan no les dijo es que secuestrarán a una muchacha que tiene una carga algo sobrenatural dentro de ella. Será cuestión de tiempo para que las cosas se descontrolen…

Y cuando lo hacen, ahí es donde From a House… aburre. Poco a poco el galpón industrial que hace las veces de guarida del grupo se ve plagado de visiones escalofriantes e infernales, todas conectadas con los protagonistas y un vergonzoso error de su pasado. Lo que comenzó como una interesante cruza entre un thriller de secuestros y el horror de la posesión se convierte en un puñado de sustos de manual, donde ni siquiera los efectos prácticos sangrientos pueden subsanar una trama que no va a ningún lado. Ahí es donde entran las ideas novedosas que mencionaba antes. Mediante un video-diario que los ladrones tomaron de la casa de la secuestrada se enteran de la historia detrás de la posesión, un baldazo de exposición narrativa que de haberse presentado de otra manera hubiese funcionado sobriamente.

Lo que sigue es un depliegue de todos los recursos a mano para el acto final explosivo, donde lenguas demoníacas y cantidades ingentes de fuego en pobrísimos efectos digitales aplastan los pocos y aplaudibles retoques de maquillaje que salvan ciertos momentos. Aparte de Vinson, el trío de masculinos en pantalla hacen un trabajo medido y servicial, mientras que la poseída Katherine de Carlyn Burchell sale más que bien parada con su interpretación, aportándole mucha fisicalidad a su personaje.

La idea en el centro de From a House on Willow Street origina una mezcla de géneros que, de haberse encarado de otra manera, podría haber resultado fascinante. Por desgracia, los buenos momentos dentro de la hora y media de película se pierden en toneladas de exposición y efectos de producción mediocres, donde se nota que el proyecto se le fue de las manos al director y simplemente hizo lo que pudo para llegar al clímax, que abandona al espectador sin dejarle mucho a cambio, tal cual lo hace el último personaje en pie al final de la película. Otra oportunidad desperdiciada…

 

 

 

 

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Lucas Rodríguez

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