Crítica de Infierno Grande, de Alberto Romero

Infieno Grande es una fábula poética sobre la maternidad, la naturaleza y la violencia.

María huye en la noche de su marido. Con una carabina y un bolso emprende viaje, se sube a la camioneta y toma una ruta pampeana para ir a otro lado, aunque no sabe muy bien cómo llegar. Infierno Grande es una película escrita y dirigida por Alberto Romero, un thriller que se mezcla con western y muchos elementos fantásticos. Una historia diferente que atrapa desde el primer minuto.

Todo el relato transcurre en La Pampa y se siente así, no sólo por los paisajes que se muestran, sino que hay cierta pasividad que cualquiera que haya pasado por esa provincia puede reconocer. María (Guadalupe Docampo) está embarazada y se escapa de Lionel (Alberto Ajaka), su esposo. Sabe que quiere ir a Naicó, pueblo en el que nació, aunque todos le dicen que es una mala idea. Allí está la luz mala, pero parece ser mucho más que una simple leyenda. También le hablan de nazis que sacan a cualquiera que se acerque al pueblo a los tiros. Hay leyendas de pueblos originarios de la zona, que cada persona que nace allí tiene fuerza y está protegido.

La película es simple, pero al mismo tiempo utiliza muchos elementos que se sienten hasta sobrenaturales y a María no parecen sorprenderle, casi como si fuera algo propio del lugar. Cada una de las personas con las que se cruza la ayudan a llegar a su destino pero también le cuentan una historia sobre Naicó. Pero a cada minuto que ella se aleja, Lionel le sigue el paso porque, claro, que la mujer lo deje se ve muy mal en época de elecciones. Las actuaciones son geniales, transmiten esa mezcla de parsimonia y misterio y que se siente durante la hora y diez de duración.

A través de flashbacks se revela más sobre el por qué de la huida y de su vida con Lionel, también el relator suma mucho. El hijo de María cuenta sobre el viaje que hizo con su madre, del que no se acuerda porque él estaba en la panza. Él dice que fue como una caza y esto se ve reflejado en la dinámica que sigue la historia, una especie de cuento de gato y ratón en la que el peligro parece estar siempre cerca.

A pesar de su breve duración, logra transmitir todo lo que quiere y es una película redonda, una historia pequeña que hace hincapié en la cuestión de género pero sin sentirse condescendiente o caer en lugares comunes. Una fotografía, a cargo de Tebbe Schöningh, que refleja toda la belleza del mal llamado «desierto pampeano» y que ocupa un lugar central en el relato. También cuenta con las actuaciones de Mario Alarcón, Héctor Bordoni y Chucho Fernández. Como muchas películas nacionales, Infierno Grande cuenta con pocas pantallas. Se proyecta en el Gaumont, Cinemacity Gral Paz, Showcase Haedo y Espacio Incaa Cine Teatro Tapalque.

 

 

 

 

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Julieta Cáceres

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