Crítica de Maleficent / Maléfica

Maléfica, una hermosa joven de gran corazón, crece idílicamente en el pacífico reino del bosque, hasta que un día un ejército invasor de seres humanos amenaza la armonía del lugar. Maléfica se convierte en una feroz protectora de su tierra pero, al sufrir una despiadada traición, su noble corazón de a poco se vuelve de piedra.

Maleficent es la tercera película en la línea de Disney de revisitar viejos clásicos, siguiendo a Alice in Wonderland y a Oz: the Great and Powerful. Es una producción que se lleva adelante con una fórmula que ha resultado exitosa, esto es una sobrecarga de efectos especiales, con un mundo mágico homogeneizado y con figuras reconocidas al frente. La misma se presenta como una suerte de precuela a Sleeping Beauty –concepto similar al del último film de Sam Raimi-, en la que se contará la verdadera historia de la villana, no obstante es una simple reimaginación de eventos ya conocidos, un relanzamiento disimulado que disfraza sus verdaderas motivaciones con un prólogo original.

Nada sorprende en los tiempos de las remakes, reboots o reinterpretaciones, en el cual a los estudios les resulta más fácil financiar proyectos con bases sólidas de seguidores, de probada calidad por su condición de clásico y ya establecidos en el tiempo, antes que arriesgarse con propiedades nuevas que puedan conducir a un fracaso de taquilla. Maleficent tiene un poco de todo, dado que se presenta como una historia de origen que eventualmente conduce a un nuevo relato de La Bella Durmiente, el film animado de 1959. Ocurre que esto no es más que un vehículo de lucimiento para Angelina Jolie y, en ese sentido, la introducción debe finalizar rápido para darle paso a ella en todo su esplendor.

A diferencia de lo que su nombre indica, Maléfica era la más buena de todas, la protectora del Páramo, un lugar mágico de criaturas rebosantes de CGI, no distinguible del todo con el brillante mundo de Oz o el País de las Maravillas. Por ciertos eventos que no vale la pena señalar –por ser parte de lo único original de la propuesta- cede a las fuerzas oscuras y da pie a la historia conocida por todos. Sin embargo, como una voz en off sobreexplica, no todo pasó como les han contado y hay que dar una nueva versión de los hechos. Así es que la película pasa a ser un Lado B, apenas un punto de vista diferente sobre un cuento ya conocido.

Una vez aplicado este recurso nada imaginativo, es poco lo que la película tiene de destacable. Quizás para no seguir el mismo recorrido que Oz con la bruja malvada es que se decide dejar el «relato original» como solo un prólogo, lo que causa una impresión de esfuerzo mínimo en su desarrollo. Angelina Jolie sale bien parada con su interpretación, no obstante cada plano de su rostro distrae, como si la actriz hiciera demandas sobre cómo debe lucir frente a cámaras. Robert Stromberg es un galardonado artista de efectos especiales y, en ese ámbito, la producción muestra su mayor lujo. Sin embargo es un director debutante que tiene en manos una película de 200 millones de dólares con guión de Linda Woolverton. Y si Tim Burton no pudo hacer funcionar un vehículo así, es difícil que él salga airoso.

Tratándose de una historia conocida, la película avanza con cierta facilidad sobre un terreno familiar y mantiene el interés del espectador -especialmente en la primera etapa-, sobre todo por sentirse como un juego de diferencias con lo que ya se sabía. También vale destacar a Elle Fanning, que crece como una adorable actriz de la pantalla grande, y a Sharlto Copley, que si bien no se le entiende el por qué del marcado acento sudafricano tiene la oportunidad de interpretar un papel menos extraño de los que acostumbra, el cual lo ayuda a instalarse como una presencia siempre interesante de ver a pesar de su corta filmografía. Pero Jolie es el centro de atención, con un film hecho a su medida con fines de celebrarla, para el cual hasta se permite convocar a su hija y que esta haga una participación mínima.

Maleficent es una película simplista, carente de sustancia, hecha en piloto automático por los productores. Es un argumento de un abogado defensor, que reconoce los hechos y la participación del acusado, pero que tiene una mirada diferente sobre lo acontecido. Quizás impulsados por la recuperación de personajes femeninos fuertes, con Tangled, Princess and the Frog, Brave o Frozen como antecedentes, desde Disney se pensó que era una buena idea llevar adelante una reinterpretación feminista de su propio clásico. No lo es, o al menos no como se lo hizo. Era un interrogante genuino el interés que podía generar un film basado en un clásico infantil, pero centrado en su figura maligna. Al inventar una serie de rasgos positivos sobre el personaje, quienes están detrás de ella eligieron esquivar la propia pregunta que formulaban.

 

 

 

 

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Migue Fernández

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