Crítica de Paranormal Activity – Next of Kin: nuevo demonio, viejos trucos

Es la séptima entrada en la franquicia de terror found-footage.

¿De qué va? Margot, una joven abandonada por su madre desde pequeña, viaja a una apartada comunidad amish con un equipo de filmación en busca de parientes y respuestas.

Hubo una gloriosa época en la cual salí entumecido de miedo tras ver Paranormal Activity. Una película de lo más sencilla que, así como The Blair Witch Project, lograba encapsular con una escasez económica de recursos todo aquello que causa pavor: una mitología simple pero poderosa, interpretaciones a la altura y un peculiar uso de aquello que no vemos para hacernos temblar hasta la médula. El batacazo de Oren Peli -director de la original- hizo voltear la cabeza del mismísimo Spielberg, quien cambió el final por los fotogramas finales que hoy en día todos conocemos, y el resto es historia. Cuatro secuelas y dos spin-offs mas tarde, la saga se hundió en su propia ciénaga y allí quedó, a la espera de que alguien la invoque nuevamente mediante una tabla de Ouija. Las expectativas para con Paranormal Activity: Next of Kin entonces eran moderadas: un nuevo capítulo en la lucrativa franquicia que, mal que mal, siempre tuvo nuevas formas de asustar a sus seguidores, pero salteando el circuito comercial para desembarcar directamente en el servicio de streaming Paramount+. ¿Cuál es el veredicto entonces de esta nueva entrada?

Para comenzar, vamos con lo bueno. Next of Kin se ve alucinante para ser una película de terror de presupuesto acotado. No voy a decir que es el efecto Blumhouse porque sabemos que hay varios esperpentos en su haber, pero la calidad en pantalla es sublime, ya sea jugando con la cámara lenta que tiene sus truculentos dividendos en el acto final o mi momento favorito, con una nevada incipiente en donde se reflejan luces policiales. Técnicamente no hay ningún truquito digno de asombro -¿recuerdan la cámara montada en un ventilador de la tercera entrega? Good times…- exceptuando los antes mencionados, pero visualmente es el escalón más alto de la saga, por lejos. Y eso quizás le juegue en contra a ese tufillo amateur que siempre tuvo la franquicia, el que conectaba a protagonistas con espectadores instantáneamente: como diciendo «todo esto lo podrías filmar vos con tu celular.»

Los encargados del fresco reinicio son un veterano y un novato. El guionista Christopher Landon viene con carrera, luego de firmar las entregas 2, 3 y 4, y el interesante desprendimiento con sabor latino The Marked Ones. Landon es el encargado de darle una tabula rasa a la mitología, por lo cual las conexiones con el demonio Tobi o algún personaje existente brillan por su ausencia, o hay que investigar por fuera de las respuestas que ofrece el encuadre narrativo del film. Por otra parte, el director William Eubank viene de estrenar Underwater, una de terror y bichos ultramarinos con Kristen Stewart que me gustó mucho por su simplicidad, pero no se trasladó esa sencillez a la saga que nos compete.

Landon y Eubank toman la historia de la protagonista Margot (Emily Bader) para establecer un terreno de juego dentro de una comunidad amish con todo lo que ello implica, sus costumbres congeladas en el tiempo y sus secretos oscuros, escondidos en las profundidades del bosque. La tensión y el misterio se encuentran bien aderezados, pero es la incipiente falta de buenos sustos por fuera de los obvios y burdos que termina por agotar. No hay nada nuevo bajo la lente infrarroja, y aunque ciertos escenarios provocan un sofoco evidente -ese pasadizo descendente hacia las profundidades, uf- el resto no es nada que no se haya visto antes. Y ni hablar de ese pobre intento de forzar una secuela como lo pide a gritos el final.

Mi gran problema con Next of Kin es el siguiente: de no tener el nombre de pila que tiene, sería otra película más en la canasta de proyectos de metraje encontrado. Como mucho, es una prima adyacente por actividad demoníaca que justo tiene a sus personajes filmando un documental en donde ocurren cosas atroces pero, aparte de eso, no puedo decir que vi una nueva entrega de Paranormal Activity. Simplemente no lo era cuando comenzó ni tampoco cuando termina. Transita su camino sin hacer mención alguna al pasado de la saga y el entuerto es el mismo: si no vas a hacer alusión a tus propios cimientos, ¿por qué utilizar su título? Si vamos al caso, le hubiesen dado a Landon carta blanca para producir Happy Death Day 3, el nuevo capítulo de la divertida franquicia de comedia, horror y ciencia ficción antes que este desangelado intento de reinicio de una saga que era mejor dejarla durmiente como los demonios que han sabido poblar sus cámaras en mano.

 

 

 

 

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Lucas Rodríguez

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