Crítica de Selva

Atacado, raptado y rebautizado, la vida de Joao dará un giro de 180° en medio de la selva misionera y solo él decidirá el final de su historia.

A pesar del calor y los bichos, Joao, un niño de 13 años, es feliz en su aldea. Sus preocupaciones son solamente lograr que su perro aprenda a reírse y hacer fuego por sí mismo, para demostrar que ya se ha convertido en un hombre. Una noche, sin embargo, un contingente de militares arrasa violentamente con su villa en busca de rebeldes, violando y matando a las mujeres pero llevándoselo vivo para que luego de un tiempo se convierta en guerrillero. Nombrado Selva, el joven misionero experimentará el horror, la violencia y la brutal vida de un combatiente en la solitaria e inhóspita jungla argentina.

No es la primera vez que un apartado rincón de misiones sirve de excusa para poder contar una trama fuerte e impactante. Y este primer trabajo como director de Iñaki Echeberría no es la excepción. Una producción de Productora De La Tierra, incluye entre su elenco la figura de Victor Laplace (Eva Perón, La Guarida del Lobo) en un pequeño papel secundario que da cierre a la historia de Joao (Joaquin Scholler). Otro elemento designado para suministrar una ambientación tensa es la creación del personaje a cargo de Edgardo Castro (Mujer Lobo), el Capitán Estanislao. Una interpretación original y ambivalente en todo momento, solamente igualada por la del joven Scholler, tanto en sus expresiones contenidas como en las de absoluta sobriedad ante el horror. Ambos logran explorar los límites de la tóxica relación entre sendos protagonistas pero apuntando siempre a lo previsible, sin ahondar en la oscuridad del rencor del alma humana.

Existe, sin embargo, una falta de conexión que genera el uso excesivo de planos secuencia subrayando la sensación de encontrarse en un lugar denso y solitario. Una puesta en escena estéticamente brillante, pero la dependencia visual termina siendo tan artificial y onanista que lleva al aburrimiento, entre otras cosas, porque la película guarda su escaso argumento para el final. Escenas del contingente recorriendo la selva misionera con música lúgubre de fondo revelan el cansancio del grupo pero, para entonces, ya estamos fuera de un film que por momentos recae en el tedio.

Una narrativa enfocada en un viaje de crecimiento hacia la adultez, con diálogos pausados y un ritmo en su mayor parte calmo. La transformación de la inocencia del protagonista es admirable y la banda sonora genera un clima deseado. Una mezcla de thriller y drama cuyo balance prioriza más el relato y menos el argumento. Al mismo tiempo, el variopinto abanico de la flora, junto con una tierra de lenguaje propio, hacen de este escenario un personaje inherente para cada ocasión de la historia.

 

 

 

 

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Alejandro Mastronardi

De Bernal pero con el corazón en San Telmo. Comics, Cine y mucho humor negro. No me canso de ver Volver al Futuro, Waiting y Lego Batman. TWITTER: @chochaconchocha

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