Crítica de Zola

Una stripper se embarca en un viaje por carretera a Florida y lo que parecía un viaje glamuroso se transforma en una odisea por sobrevivir.

Si son activos twitteros o incluso si no lo son, pero han pasado un par de días en esta, usualmente tóxica, pero adictiva red social, seguramente se han encontrado con uno o dos hilos que los atrapan como si se tratara del final de un libro cautivante, o un chisme de un amigo cercano. Es así como en 2015 un camarera y stripper norteamericana llamada A’Ziah «Zola» King elaboró un vívido hilo viral de 148 tweets que relataba sus percances en un viaje a Tampa. Seis años después se estrenaba en Sundance 2020 la película Zola, dirigida por Janicza Bravo y basada en aquel hilo. Tal como en el tweet, en la película acompañamos a Zola (Taylour Paige) en todos los errores que comete desde el momento en que conoce a Stefani (Riley Keough) y toma la decisión de viajar con ella a hacer algunos bailes en Florida. Sin embargo, desde el primer momento en el carro, tanto Zola como el espectador nos damos cuenta de que su viaje no va a ser tal cual como se lo había imaginado. A lo largo de la cinta vemos como todo se desenvuelve yendo hacía el peor escenario en cada ocasión.

Después de tanto furor alrededor de esta película me resultó una experiencia particular verla, al final no sabía si me había gustado o no. Vayamos por partes: siendo honesta, realmente no se trata de una historia innovadora. Desde Showgirls (1999), hasta la reciente Hustlers (2019) -protagonizada por Jennifer López-, es usual ver en el cine historias alrededor de todo lo que puede salir mal para una stripper. Y Zola sigue exactamente el mismo patrón en términos de su narrativa. Sin embargo, Zola resalta y se diferencia no por la historia, sino por la manera en que la transmite el tono del tweet. No podemos olvidar que es el primer hilo de Twitter que se convierte en una película y no se trata solo de una historia compartida en línea, sino de una escrita en el tono casual característico de las redes sociales, con líneas textuales del hilo original. Como podría esperarse esto implica que el guion y los personajes no sean una maravilla y lejos de serlo, lo que mantiene al espectador es la forma en que Bravo transforma y manifiesta todo en la pantalla. Las escenas tipo Instagram, el like, las notificaciones, todo está presente en la película de manera original y eficaz para la narración de la película, produciendo una cinematografía divertida y dinámica.

Pero volvamos a la historia. En la hora y media de película, seguimos a Zola durante tres días y tras terminar el segundo, estando ya el espectador acostumbrado a las innovaciones visuales, el último acto pierde fuerza. Seguramente se debe en parte la pobreza del guion, pero también podríamos suponer que Bravo hace tan bien su trabajo que al igual que en un video en Instagram, si es de más de 10 minutos es muy largo para terminarlo. Sea cual sea la razón la película se estanca y concluye con un final que se siente apresurado.

Me parece interesante que, apegándose a su fuente original, no busca asignar ningún juicio moral respecto al trabajo de stripper. Es un hecho, una característica más de la protagonista, sin embargo, la película no tiene interés en mostrar las motivaciones o razones que tiene esta para hacerlo. Esto no quiere decir que ignore las situaciones que implica, todo lo contrario, la película es una serie de escenas que nos demuestra la vulnerabilidad a la que se enfrentan estas mujeres. Lo curioso es que a lo largo de la aventura son pocas las escenas que generan un vínculo con la vulnerabilidad de la protagonista y es porque logra retratar de una increíble forma la manera como se disocia Zola de esta historia que cuenta de sí misma, como si ella misma estuviera viéndolo a través de una pantalla -y de alguna forma al escribir el hilo lo estaba-. Al hacerlo, por un lado, Zola te hace sentir la incómoda brecha entre el hilo de un tweet y la vida mientras Zola la vive durante el transcurso de esta historia. ¿Qué pudo expresar realmente? ¿Qué imaginó decir, pero realmente no pudo?

Por otro lado, Bravo logra representar la banalidad con la que leemos el contenido en redes, involucrándonos, pero no más de unos segundos antes de pasar a la siguiente imagen llamativa. Zola marca una apuesta convincente, en el terreno para las futuras adaptaciones de Internet, hasta ahora parece que la representación de lo viral en Hollywood funciona en términos de crédito y sensibilidad, pero ¿qué tanto permitirá que el espectador se enganche y aún más importante, la recordaremos en algunos años? O ¿será como los cientos de tweets o hilos que vemos en redes y que pasan de manera efímera por nuestros recuerdos? Solo el futuro y la manera en que evolucione nuestra relación con las redes sociales lo dirá.

7 puntos

 

 

 

 

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