Guillermo Del Toro: el artista demiurgo

Unas líneas sobre el cine del director mexicano.

Guillermo Del Toro recibe su estrella en el Paseo de la Fama.

Guillermo del Toro ha construido, a lo largo de su sólida filmografía, una figura artística que lo convierte en director de culto. Podemos apreciar las brillantes y pesadillescas Cronos (1993) y El Espinazo del Diablo (1999), la vampiresca Blade II (2002) y su efectivo acercamiento al cómic en Hellboy (2004). Sin olvidar su incursión en el fallido terror hollywoodense, con Mimic (1997).

Superando las inconsistencias propias de aquella adaptación al mundo de Hollywood, se vislumbraba un director inquieto y cuya imaginación no tenía límites. Fruto de su incesante labor y de un acercamiento más personal a una realidad que le concierne, este cineasta ganador del Premio Goya conjugaría en sus siguientes obras trabajos más acabados y personales.

Por ejemplo, en su brillante El Laberinto del Fauno (2006), la administración del tiempo en los raccords remiten a figuras metafóricas circulares, con lo cual el autor especula con analogías proclives a la repetición y al infinito tiempo y espacio, en pos de reflejar el horror y la desesperación de una historia contada desde el punto de vista de una joven atrapada entre su mundo de fantasía. Esta mirada impiadosa desnuda la cruel realidad del mundo de los humanos, lleno de dolor, muerte y represión. El mexicano juega con la cámara a gusto y placer. Se aprecia su soltura en terrenos lúdicos que le permitan experimentar con el encuadre, los planos y las angulaciones. A menudo, en su obra, se observan objetos que aparecen y desaparecen, movimientos de cámara exagerados y una estructura narrativa en absoluto lineal.

Una década después, el realizador nativo de Jalisco nos deleitaría visualmente con una película plena de alegorías y de forma muy similar. Ganadora de cuatro Premios Oscar -incluido el de Mejor Película-, The Shape of Water (La Forma del Agua, 2017) explora mundos fantásticos para concebir fábulas morales con gran pertenencia actual y aquí, la liberación del hombre anfibio cobra un vuelo metafórico notable. Un autor que hace un culto estético de su propio universo cinematográfico.

Maximiliano Curcio

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