Lo mejor del 2020, según César Cortez

Las 10 preferidas de este año, que no se pueden perder.

Hasta en el peor de los años hay muy buen cine. Pasar del primero de enero al inminente -y muy anhelado- fin de diciembre fue toda una hazaña; el coronavirus vino a cambiarnos los planes a todos, el distanciamiento se convirtió en normalidad, y para el dolor de muchos cinéfilos, las salas de cine cerraron sus puertas. Los grandes estudios patearon sus estrenos, algunos proyectos muy queridos se cancelaron, el streaming pisó más fuerte que nunca y dejó bien claro que, tristemente, cada vez será más complicado ver las películas más pequeñas en la gran pantalla, mientras que la televisión de alto presupuesto comenzará a ganar terreno en el tiempo de todos.

Hay cosas que vale la pena recordar. Por ejemplo, algo que no puedo ignorar es que H.P. Lovecraft tuvo un gran año, con esa desquiciada adaptación que es Colour Out of Space, el inesperado homenaje que le da Underwater, y la muy buena propuesta televisiva -reemplazando el horror cósmico por algo mucho más serie B- que es Lovecraft Country. Y hablando de la televisión, Fargo y Better Call Saul siguen siendo de lo mejor que hay en la pantalla chica, pues regresaron con algunos de sus episodios más inspirados, mientras que Raised by Wolves y Devs cubrieron la cuota de ciencia ficción que la floja tercera temporada de Westworld quedó debiendo, mientras que algunas favoritas del público como The Boys y The Mandalorian mantuvieron su excepcional nivel.

Sí, es muy difícil -o hasta imposible- decir que 2020 fue un buen año. Por suerte, su cierre nos deja la oportunidad de hacer un repaso por todos aquellos títulos que, aunque en su gran mayoría tuvimos que ver en nuestros televisores, serán recordados por su muy buena ejecución, por darnos un vistazo a la realidad desde otro ángulo, por recordarnos que las propuestas originales todavía tienen cabida en la industria, y que todavía hay espacio para ofrecer frescura en las adaptaciones. Por eso, estás son mis diez películas preferidas del año, en orden alfabético, con cinco menciones muy especiales que, como todas en la lista, no se pueden perder.

Another Round

What a life! Hay algo muy inteligente detrás de Druk -su título original- que muy pocas películas que abordan el consumo de alcohol logran: encontrar ese balance entre la jovial euforia y la melancolía, entre el placer de tomar un trago y poder ahondar en el abismo de quienes llevan al diablo en la botella. Con un enorme Mads Mikkesen que ofrece la que fácilmente podría ser la mejor actuación de su notable carrera, la película de Thomas Vinterberg -el mismo de la turbia The Hunt– maneja de manera muy sofisticada su trama sobre cuatro profesores que buscan reavivar la chispa de sus vidas, con una serie de secuencias que nos llevan de la mano para introducirnos en la crisis de la mediana edad y que genuinamente entusiasman cuando parece que todo va a resultar, solo para llegar con un seco tercer acto donde vive con intensidad el espíritu de la tragedia que inspira al cineasta.

Su cierre, mi favorito del año, es una celebración a las altas y bajas de la vida, con Mikkelsen apunto de citar a Homero Simpson y su «¡Brindo por el alcohol! La causa y la solución de todos los problemas».

Bad Education

Poder descubrir la otra cara del Frank Tassone de un gigantesco Hugh Jackman es de las mejores cosas que sucedieron en el año. Distribuida por HBO -es decir, pueden ir a verla ya mismo-, la película dirigida por el ascendente Cory Finley, cuya carrera habrá que seguir de cerca, es un drama basado en hechos reales con el sabor de una comedia negra criminal, con un reparto en estado de gracia que cuenta con nombres de peso como la galardonada Allison Janney o el comediante Ray Romano, quien siempre funge como secundario de lujo. Pero además de la impecable fotografía, las abrumadoramente inspiradas elecciones musicales, el ejemplar y constantemente hilarante guion, o su absorbente ritmo, la verdadera estrella es Jackman, cuyo infinito carisma ayuda a construir un personaje lleno de rango, uno que requiere ser tanto amenazante como encantador, y que cuando comienza a sentir que está perdiendo el control de la situación, sorprende con su agridulce melancolía. Es uno de los papeles para los que el actor nació, y no lo sabíamos.

First Cow

No esperaba que lo último de la cineasta Kelly Reichardt, un relato que explora el sentimiento de encontrar al acompañante adecuado en los tiempos solitarios, se fuera a convertir en una pieza tan fundamental para sobrellevar el año. Puede que sean sus colores otoñales, sus cálidos y gentiles personajes, o la manera tan calmada de proponer la que podría ser la «heist movie» más relajante de la historia, pero la película protagonizada por John Magaro y Orion Lee es una a la que siempre quiero regresar. ¿Y quién no querría? Además de la impecable recreación del siglo XIX -que se logró con solo dos millones de dólares-, tiene cierta elegancia para encapsular un muy lúgubre y actual retrato del sueño americano en una trama sobre hornear los mejores buñuelos del condado, una que encuentra al deseo de vivir en lo inexplorado y a la necesidad de escapar hacia lo desconocido en los escenarios más sencillos. Si en esta lista se le puede atribuir a alguno de los títulos mencionados el clásico «logra mucho con muy poco», esa es sin duda First Cow.

Little Women

Claro que es técnicamente una película de 2019, pero fue hasta este año que la pude ver -dos veces- en una sala de cine, y la experiencia no pudo ser mejor. No soy muy cercano a la obra de Louisa May Alcott y de hecho jamás he leído la novela, pero asistí entusiasmado esperando que lo que Greta Gerwig -probablemente, una de las mejores directoras actuales- logró con Lady Bird volviera a manifestarse, y lo que encontré fue mucho más. Hay un nivel de sensibilidad en cómo está narrada que una sola imagen le hace falta para desbaratarte, con una sola escena bañada con la calidez de la nostalgia puede reconstruirte, y un desgarrador tercer acto -con el enorme Bob Odenkirk incluido- la convierte en una película imperdible. Además de estar dirigida con un impecable gusto, Saoirse Ronan, Florence Pugh, Emma Watson y Eliza Scanlen están increíbles como la familia de la que más te costará despedirte, y una a la que siempre querrás volver a visitar.

Mank

Seis largos años hicieron falta para que David Fincher estrenara una película, y poco más de diez para que volviera a encarar una historia basada en hechos reales, algo que lo ha llevado a entregar dos de sus mejores trabajos: Zodiac y The Social Network. Y la espera valió la pena, Mank no es solamente imponente en su apartado técnico, que recrea a la perfección al Hollywood de los 30s y llena cada plano de una cinefilia desbordante, sino que es uno de los mejores guiones del año. De entrada, el tema es más que fascinante: una introspectiva exploración al proceso de escritura de Citizen Kane, la obra maestra de Herman Jacob Mankiewicz y Orson Welles. Pero a diferencia de mucho cine que habla de cine -por poner un ejemplo, la también grandiosa Ed Wood-, lo último de Fincher se aleja de los sets de rodaje y las recreaciones de momentos icónicos de la obra de 1941 para explorar el trasfondo político y social de la industria de ese entonces, haciendo una muy hábil crítica desde el prisma de un elocuente alcohólico.

Como es costumbre, Gary Oldman desaparece en el papel de Mank, y su conocido histrionismo apoya a que el clímax, que va en dos líneas temporales separadas, sea de las mejores secuencias del año.

Portrait of a Lady on Fire

Puede que sea la escena frente al piano, aquella donde Marianne le enseña a Héloise el Verano de Vivaldi, o quizás una de las largas caminatas frente a un mar más azul de lo imaginable, o también la secuencia que gira alrededor de la fogata, pero al entrar a Portrait of a Lady on Fire siempre encontrarás un momento donde no la podrás dejar. Sumamente poética, la historia de amor dirigida con portento por Céline Sciamma y magníficamente protagonizada por Noémie Merlant y Adèle Haenel es impecable en su presentación -perderse en ella es muy fácil-, sumamente inspirada en su desarrollo, y su manera de desenvolverse, aunque tiene el reconfortante y calmado ritmo de la leña consumiéndose en fuego, llega a un impactante final que es imposible que no te quite el aliento. Fue ninguneada en los Premios de la Academia del pasado mes de febrero, pero realmente no necesita grandes reconocimientos para ser considerada por consenso general como una de las mejores experiencias que se pueden encontrar este año.

Possessor

Cuando supe de Possessor, pensé que era un proyecto demasiado bueno como para ser real: un intenso tecno-thriller que hereda mucho del cine de David Cronenberg -de hecho, su hijo la dirige- protagonizado por una de mis actrices preferidas, la camaleónica Andrea Riseborough. ¿No se escucha genial? Y realmente lo es, tanto como para decir que es una de las mejores del año. La película es una que cautiva desde su primera escena con un planteamiento de lujo: hay una agencia dedicada a «poseer» gente para realizar asesinatos de alto nivel sin dejar rastro alguno. Hay mucha violencia -les recomiendo que visiten su versión «Uncut»-, ideas que solo podrían surgir de la mejor ciencia ficción, y una gran actuación de Christopher Abbott como un inminente asesino en un trabajo que sale mal. Pero lo mejor de lo último de Brandon Cronenberg es su manera de aprovechar una impresionante edición para causar un constante malestar que convierte al film en una de las experiencias más emocionantes del año.

The Assistant

Julia Garner es una de las actrices más prometedoras del momento, y un proyecto tan inmersivo y escalofriante como The Assistant la confirma como un gran talento. Es un hecho que el cine relacionado al movimiento #MeToo es uno que jamás se detendrá, pero es con la ópera prima de Kitty Green que el tema por fin tiene su primera obra maestra. De entrada, no parece que mucho suceda en la película, es una que se aleja totalmente de los grandes giros, de los dramatismos innecesarios e, inclusive, de cualquier tipo de conclusión climática, y es que así es el opresivo día a día de Jane, una asistente de un estudio cinematográfico con una amenazante presencia -una figura al puro estilo Harvey Weinstein– que se mueve por sus pasillos, que entra y sale acompañado por los hoteles de la ciudad de Nueva York, y que el simple intento de denunciarlo puede destruir la carrera de cualquiera.

Hay una escena con Matthew Macfadyen -el querido Tom Wambsgans de Succession– que termina en una nota tan preocupante que es complicado de superarla, y demuestra que The Assistant no requiere de mucho para hacer que su necesaria denuncia sea increíblemente contundente.

The King of Staten Island

Judd Apatow sigue siendo el mejor en lo suyo: exprimir la mejor actuación de un comediante -en este caso, Pete Davidson– en una película que, además de personal para su protagonista, se da el lujo de alargarse lo que sea necesario con tal de construir un mundo de personajes que resulten entrañables. A ritmo de las mejores canciones de Kid Cudi, The King of Staten Island tiene la versatilidad de pocas para crear un muy buen drama al estilo coming of age y darle la comedia ácida inherente a Davidson, que comanda esta suerte de autobiografía junto a Marisa Tomei y un genial Bill Burr. Con una irreverente honestidad que la hacen sentir muy real y hasta cercana, puede que sus primeros compases sean complicados de superar, pues aunque es constantemente estimulante, la chispa de Apatow se enciende hasta bien entrada la historia y cuando te atrapa, es muy difícil que te vuelva a soltar. Su optimismo es discreto y aterrizado, y es por eso que no pudo llegar en un mejor momento.

Uncut Gems

Otra de 2019 que no logré encontrar hasta este año gracias a la distribución de Netflix, aunque verla en toda su asfixiante gloria en pantalla grande hubiera sido el mejor escenario. Uncut Gems es la nueva prueba de que el electrizante estilo de los hermanos Joshua y Benjamin Safdie llegó para quedarse, ahora tocando a un Adam Sandler que pocas veces ha estado tan inspirado. El Howie Ratner de la película es un personaje esclavo de sus propias ambiciones, uno cuyas desagradables acciones lo condenarían al repudio de no ser por la increíble transformación de «Sandman», quien carga con una trama que en todo momento es angustiante, divertida, violenta y con un final que te golpea como un mazo en la cabeza. Puntos extras por la increíble fotografía del experimentado Darius Khonji, cuyo estilo que danza entre la suciedad de sus personajes y el lujo de sus «diamantes en bruto» es lo que termina de convertir a este maravilloso ejercicio de tensión en un clásico instantáneo.

Menciones honoríficas:

She Dies Tomorrow: El que arranque con una mujer que espera su inminente muerte repitiendo una y otra vez la misma canción es, probablemente, el mejor resumen del clima general de 2020. Pero además de adelantarse a un sentimiento que sería clave a lo largo del año, la película de Amy Seimetz está cargada de ideas que la hacen sumamente hipnótica y memorable. Está llena de ansiedad, y cubre su pesimismo con una inspirada iluminación de luces de neón que, acompañada del muy buen score de Mondo Boys, la convierten en un viaje sensorial como pocos otros.

Soul: Que Pixar siga siendo la mejor convirtiendo los conceptos más complejos en aventuras llenas de carisma y energía no es sorpresa. Pero es cierto que con la película de Pete Docter, que es una lástima no haber podido ver en la pantalla grande, la manera de llevar temas existenciales tan abrumadores como encontrar el propósito de la vida y las pasiones en esta, es de las mejores cosas que ha hecho el estudio en años. Se tenía miedo que los artistas de animación por excelencia hubieran perdido el toque, pero junto con Onward han tenido uno de sus mejores períodos en su larga historia.

Tenet: Nadie esperaba que tras domar sus impulsos por introducir su conocida sobreexposición en la genial Dunkirk, Christopher Nolan se diera rienda suelta con su película más caótica hasta el momento. Pero dejando de lado su necesidad de complicarse con discursos innecesarios, lo último del británico es un espectáculo de primer nivel gracias a sus secuencias cargadas de adrenalina, su impresionante banda sonora, y al inspirado recurso visual -algunas cosas retroceden en el tiempo- que utiliza para crear algunas de las mejores escenas de acción en su carrera.

The Trial of the Chicago 7: Hay pocos que se animen a contradecir el que Aaron Sorkin es un muy buen guionista, uno que sabe poner las piezas de su historia en el lugar donde crearán mayor impacto. Pero como director ha comenzado a crecer, y logró con su nueva película que un juicio en los años ’60 sea una de las experiencias más intensas del año -en parte, gracias a sus muy buenos flashbacks-, con un impresionante elenco donde hay un par de las mejores actuaciones que ha dado un libreto del estadounidense. Específicamente, Sacha Baron Cohen la rompe.

Wolfwalkers: Una muy sencilla fábula animada que tiene lo necesario para poner en el mapa a Cartoon Saloon, el increíble estudio detrás de maravillas como The Breadwinner y Song of the Sea. Su estilo artístico es uno de los mejores que ofreció el año, con un inmenso bosque que guarda una apasionante historia sobre el eterno conflicto entre la naturaleza y el avance del humano -muchos recordarán a La Princesa Mononoke-, así como el colonialismo y la amistad. Está disponible en Apple TV+, y no hay dudas de que es la mejor pieza de su limitado catálogo.

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