Un repaso por la carrera de Wes Anderson

Desde antes de The Royal Tenenbaums hasta Isle of Dogs.

Wes Anderson

En tiempos de cuarentena es muy fácil deprimirse. No solo la imposibilidad de salir al exterior y hacer algo, sino también la gran cantidad de contenido audiovisual a la mano que puede ayudar a fomentar la tristeza. Si las dos semanas son dedicadas a maratonear series como Mad Men o Bojack Horseman -aunque sean de las mejores que tenga Netflix en su catálogo- está garantizado que los ánimos terminarán por el piso. Para ello, ¿qué mejor solución que un cine único con una narrativa ejemplar y un estilo visual tan hermoso que llega directamente al alma?

Wes Anderson es ciertamente uno de los directores que más reconocimiento ha ganado dentro de la industria en la década pasada. Desde su verdadero primer éxito en el 2001 con The Royal Tenenbaums hasta su sorprendente segundo trabajo en la animación con Isle of Dogs en 2018, pasó de destacarse con un estilo propio y colorido a perfeccionarlo y ser uno de los nombres más aclamados por la audiencia. Siempre con una historia pintoresca para narrar, no hay mejor oportunidad que la constante presión de la soledad por el aislamiento del coronavirus para repasar su carrera y recomendar TODA su filmografía.

 

Bottle Rocket

Bottle Rocket, Wes Anderson

En 1994 Wesley Wales Anderson filmó un corto en blanco y negro con un amigo suyo de la universidad y su hermano. Tanto éxito tuvo el trabajo, que marca el debut actoral de los hermanos Luke y Owen Wilson, que llegó a proyectarse en el Festival de Sundance, donde James L. Brooks se maravilló y apostó por el poco experimentado director para llevarlo a la pantalla grande. Con plena seguridad y rodeado mayormente de amigos, Bottle Rocket fue el primer paso para el formato con el que hoy se destaca.

La película en un principio recrea el corto en el que tres amigos planifican el robo a una librería, con la diferencia de que aportan mucha más profundidad a sus personajes y que una vez perpetrado el crimen, pasa a una historia nueva y más importante. Aunque lejos de los colores fuertes y marcados del Anderson que conocemos hoy, es remarcable la presencia de las técnicas que solo irían mejorando en el futuro. Para ello, es clave el vínculo que formó con Robert Yeoman, el director de fotografía que lo acompañaría en casi todos sus futuros proyectos y quien ayudaría a conseguir el estilo que hoy domina.

Tardó dos años en realizar su ópera prima que, a pesar de haber impresionado y dejado satisfecho a los productores del estudio, fue un fracaso total ya que de los siete millones de dólares que costó solo recaudó uno. Fue más consecuencia de una limitada distribución y una crítica que no supo comprenderlo, pero afortunadamente con el correr de los años fue ganando un estado de culto que la redimió y preparó el lugar para un eminente éxito.

Rushmore

Wes Anderson, Rushmore

Era imposible dejar pasar una segunda oportunidad. Para hacerlo; una nueva historia -también co-escrita por Owen Wilson- centrada en un sagaz joven de 15 años que corre el riesgo de ser echado de su escuela mientras se enamora de una profesora. Sumado al equipo con el que ya había trabajado, hacen por primera vez aparición dos de las musas colaborativas de Anderson: un debutante Jason Schwartzman y el fantástico Bill Murray, quien accedió a participar de la película tras quedar maravillado por el nivel de detalle del guion -tanto que aceptó un pago de solo nueve mil dólares-.

Con todos los elementos correctos, el estreno de Rushmore en 1998 fue un módico pero importante triunfo. Un director veinteañero casi desconocido había logrado hacer una maravillosa y tierna comedia con elementos del drama y coming of age; todo mientras mostraba un estilo visual único y una narrativa prometedora. Los colores empezaron a ganar más fuerza, y quedaron expuestos los típicos rasgos de sus películas: diálogos inteligentes, música increíble, personajes tan complejos como «raros» y un trabajo de cámara notable.

The Royal Tenenbaums

The Royal Tenenbaums, Wes Anderson

Para su última colaboración -en el guion- con Owen Wilson, vendría lo que puede llamarse su carta formal de presentación al mundo. Ya había probado su talento, solo tenía que mantenerlo; y esta vez, tenía la financiación y el elenco perfecto. Gene Hackman, Anjelica Huston, Ben Stiller, Gwyneth Paltrow, Danny Glover en sumatoria a los concurrentes hermanos Wilson y el buen amigo Bill Murray. Juntos fueron parte de una familia única que como poco puede ser llamada excéntrica.

Con un casting de tantos nombres importantes y de la mano de un director ya más canchero, era improbable el fracaso. Aunque ya le había ido bien con su entrega anterior, The Royal Tenenbaums de 2001 es el verdadero primer gran éxito de Anderson por diferentes motivos. Antes que nada, tiene sus primeros roces con los colores marcados y definidos, que tras finalizar la película quedan impregnados en la escena. Utilizar diferentes paletas cromáticas -con la tendencia a apoyarse en la amarilla- para identificar un momento específico es una de las claves de la belleza visual que tanto emocionan de su cine. Si a eso se le agrega la música correcta, el retorno de diálogos locuaces con personajes bien marcados y la incursión de largos planos secuencia, muy producidos y dinámicos, queda como resultado final una de sus mejores obras. Tanto que para la crítica le fue imposible de creer que podía superarse.

The Life Aquatic with Steve Zissou

The Life Aquatic with Steve Zissou, Wes Anderson

Una de las más grandes características de Wes Anderson es que cada proyecto es más ambicioso que el anterior, y -por los menos en números- no siempre le sale bien. 50 millones de dólares es el presupuesto más grande de su carrera hasta hoy y, aunque no lo haya recuperado, sí que lo hizo valer. Cambió la trama dramática por una más fantástica y de aventuras -sin nunca abandonar su esencia-, y por primera vez corrió a Bill Murray de los personajes secundarios para nombrarlo Capitán de lo que, incorrectamente, es una de sus películas más bastardeadas.

La crítica la hizo pedazos, pero The Life Aquatic with Steve Zissou de 2004 es un ejemplo tan válido del ojo y talento de Anderson para contar una historia como cualquier otra de sus obras. Murray, en su tercera colaboración consecutiva, prueba entender a la perfección el rumbo y las motivaciones de un rol escrito para él, acompañado de una de las mejores actuaciones de Owen Wilson en la pantalla. El resto de personajes presenta una variedad tan marcada y extraña pero siempre real dentro del contexto casi fantástico de la película. A sus logros se le suma la emocionante experiencia de un soundtrack casi exclusivo de David Bowie pero en portugués y el magistral trabajo de Yeoman en la fotografía, ya en un punto de comprensión total del director y su fascinación por los colores y planos maravillosos. Puede no ser una de sus mejores, pero perderse esta preciosidad por una crítica -ya reivindicada- es una pena.

The Darjeeling Limited

The Darjeeling Limited, Wes Anderson

El momento más realista de su filmografía fue su quinta película. Primero trató muy por arriba el romance y las relaciones en su melancólico y bello corto Hotel Chevalier (disponible en YouTube con subtítulos y HD), con Natalie Portman y Jason Schwartzman, quien va más allá de esos 13 minutos y co-escribe y protagoniza junto a Owen Wilson y Adrien Brody la historia de tres hermanos distanciados en busca de encontrarse durante un viaje espiritual en India. Aunque puede decirse que tiene un ritmo más desacelerado a lo que acostumbraba, de ninguna forma tiene que dejarse pasar este majestuoso y profundo film.

Es en The Darjeeling Limited de 2007 que Anderson toca la fibra más humana de su narrativa. La relación entre los tres hermanos, cada uno sobrellevando la muerte de su padre de una forma diferente acorde a su personalidad, es en extremo realista y su dinámica conlleva una profundidad como ningún otro personaje de todo su repertorio alcanza. Eso y la química del trío actoral, lo que da a entender que Wilson da lo mejor que tiene exclusivamente con su gran amigo de la juventud, al que le debe su carrera.

Internarse en la India no solo le permitió ahondar en la espiritualidad, sino también que supo tomar provecho de su rica cultura, aunque ninguna de forma más eficiente que el soundtrack local. La fotografía, marcada e imprescindible, es la más natural en su haber y a sus icónicas marcas registradas en el manejo de cámara se suma el movimiento de tren y la sensación de ser parte del viaje en cada escena. The Darjeeling Limited tal vez no se encuentre entre lo más conocido del director, pero sin lugar a dudas es uno de los mejores regalos que el mundo no sabía que necesitaba.

Fantastic Mr. Fox

Wes Anderson, Fantastic Mr. Fox

Dentro de los giros de 180° que un cineasta pueda dar, pocos se han adecuado y encontrado con tanta sutileza y precisión como Wes Anderson en la animación. Aunque claro, a partir de todos sus filmes anteriores y excepcional estilo visual era de esperarse que la metódica producción del stop motion iba a permitirle ir más allá de lo que había ido. En su segunda colaboración en guion con Noah Baumbach -la primera siendo The Life Aquatic-, tomó como punto de partida uno de los libros de su infancia; una novela de Robert Dahl que tenía como protagonista a un pícaro y carismático zorro antropomórfico que se desespera por abandonar su vida normal y volver al peligroso labor de asaltar las diferentes granjas de la zona.

Con Fantastic Mr. Fox (2009) se probó definitivamente la habilidad de Anderson para encajar a la perfección actores de ramas diferentes con los que no había trabajado antes -lo hizo con Gene Hackman y lo volvería a hacer con Bruce Willis y Ralph Fiennes-. Si bien es solo doblaje, la esencia de George Clooney le aporta la velocidad que el personaje y la historia requerían. Además, el traspaso a la animación no imposibilitó mantener todas las características técnicas visuales; sino que todo lo contrario, lo ayudó a perfeccionarlas. Aunque no optó por su recurrente Robert Yeoman para la fotografía, los colores -nuevamente el amarillo como el más importante- están mejor que nunca, gracias a una estética asombrosa y una elección de animación ideal. Ciertamente fue una valiosa experiencia que resultó en una gran película así como en un vital aprendizaje adquirido que demostraría en la inmediatez.

Moonrise Kingdom

Moonrise Kingdom, Wes Anderson

De vuelta al live action, con una película que alineó su estilo visual junto al método narrativo que venía implementando. La temática esta vez fue el amor en la infancia, ese sentimiento que te toma por sorpresa a los 12 años y repentinamente tu mundo cambia completamente. Dos jóvenes amantes que durante el verano de 1965, días antes de una fuerte tormenta, deciden escaparse para estar juntos, lo que inicia su desesperada búsqueda por parte de todo el pueblo. Un romance protagonizado por los debutantes Jared Gilman y Kara Hayward, acompañados de Edward Norton, Bruce Willis, Frances McDormand y -¿quién lo habría dicho?- Bill Murray. Una película tan hermosa como devastadora, y una de las primeras en animarse a implementar colores apagados y opacos.

El humor de Wes Anderson generalmente consiste en la formalidad inoportuna, es decir, una situación que usualmente tiene un abordaje violento o abrupto es reemplazada por una acción responsable y sensata, sin nunca ser ilógica. En Moonrise Kingdom de 2012, también se aplica con los dos protagonistas, preadolescentes inteligentes y completamente atravesados por la pasión de sentirse enamorados. La historia parte de un paralelismo entre ellos y los adultos y el resultado logra tocar las fibras más sensibles de esos recuerdos anclados al amor. Las técnicas visuales en cámara, en conjunto del esquema de colores -nuevamente liderado por el amarillo-, transmiten esa melancolía de antaño, así como la banda de sonido a cargo de una orquesta da en la tecla en todos los momentos que lo intenta. Más allá de todos los sentimientos que pueda evocar, la sonrisa durante los créditos es inevitable.

The Grand Budapest Hotel

The Grand Budapest Hotel, Wes Anderson

Fue un viaje largo, y -hasta ahora- todo parece indicar que el destino era una parada en Hungría. Su primer trabajo nominado a mejor película por la Academia es probablemente la obra que más lo represente y que mejor se adecua a su estilo. Un escritor que se encuentra con el dueño de un hotel venido a menos, quien le cuenta con lujo de detalle su lugar como un simple asistente y narra la gran aventura de su vida, que compartió junto al excéntrico encargado. Literaria, conmovedora y visualmente impactante, la siguiente parada es un alojamiento en lo mejor de su carrera junto a Ralph Fiennes, Tony Revolori, Saoirse Ronan, Adrien Brody, Jude Law y F. Murray Abraham.

The Grand Budapest Hotel de 2014 se diferencia del resto así como mantiene la esencia de Anderson. Mucho más movida y cargada de acción de lo que acostumbraba, pero también la más refinada en cuanto a lo visual. El trabajo en animación ya había mostrado sus efectos en Moonrise Kingdom con el uso de maquetas y miniaturas para algunos paisajes, pero quedan levemente por debajo del frío y los lujos en torno a las montañas y el hotel. La cámara es perfecta y las actuaciones tienen un extra que agrega y ayuda a construir la estética del filme. Sin lugar a dudas, es el integrante de su repertorio que mejor maneja e implementa los diálogos poéticos y locuaces, nunca tan acertados al situarse en el pasado. Si lo hermoso tuviera que ser una película, debería elegir esta.

Isle of Dogs

Wes Anderson, Isle of Dogs

De pulirse en el live action a perfeccionarse en la animación. Esta vez con una historia original y nuevamente con animales como protagonistas. Tal como indica el título, el mejor amigo del humano ha sido prohibido en Japón y un adolescente se embarca en la búsqueda de su preciada mascota acompañado de una jauría de pintorescos perros. Dentro del elenco de voces, protagonizan Bryan Cranston, Koyu Rankin, Greta Gerwig, Scarlett Johanson y los ya habitués Edward Norton, Bob Balaban, Jeff Goldblum y Bill Murray.

El foco del humor de Isle of Dogs (2018) está puesto en el lenguaje, lo que la hace una de las más intelectualmente graciosas que haya hecho. El contexto de entender que los perros hablan y razonan, pero no comprenden ni una palabra del joven japonés, marca momentos hilarantes, fieles al estilo del director. Como es costumbre, la historia maneja un ritmo estable llevado por todas las trademarks que uno espera (y necesita) de él. La fotografía, al igual que en Fantastic Mr. Fox, es obra de Tristan Oliver, quien consiguió ambientes más detallados y paletas de colores bien marcadas. La que es hasta ahora la última película de Wes Anderson, marca un futuro que solo promete superarse.

Unas palabras sobre él

Lo próximo por estrenar tiene fecha para dentro de poco -24 de julio- pero puede que eso cambie por la situación por la que está pasando la industria del cine debido al coronavirus. The French Dispatch promete mantener su estilo visual y narrativo, de la mano de un elenco verdaderamente increíble conformado por Timothée ChalametBenicio Del ToroJeffrey WrightBill MurrayTilda SwintonFrances McDormandLéa SeydouxAdrien Brody, Owen Wilson, Liev Schreiber, Elisabeth Moss, Edward Norton, Willem Dafoe, Lois Smith, Saoirse Ronan, Christoph Waltz y mucho más.

Sin embargo, Wes Anderson es más que un cineasta aclamado del montón. No hace cine para la crítica, mucho menos para ganar millones o para formar parte del legado de la historia. Suele ser un director divisivo, de esos que se aman u odian sin punto medio. Para aquellos que disfrutamos de su cine, uno de los más grandes placeres es debatir cuál es su mejor trabajo, porque lo más hermoso es que cualquiera sea la respuesta va a estar bien.

Pero más allá de su estilo único y grandes películas, hay algo más grande que lo define. Como queda en evidencia tras repasar su filmografía, queda claro que suele elegir a las mismas personas para trabajar. No solo porque lo hagan bien, sino por el vínculo que formó con cada uno.

Owen Wilson no quería protagonizar Bottle Rocket y en todos estos años solamente no estuvo involucrado en uno de sus filmes. Jason Schwartzman se presentó a la audición para Rushmore con un blazer de preparatoria que él mismo había hecho a mano y con el tiempo llegó a escribir tres de sus películas a su lado. Bill Murray no paraba de tener recomendaciones de conocidos para trabajar en su segunda obra y hoy asegura que con sólo recibir un llamado suyo es suficiente para querer estar involucrado en sus proyectos. Robert Yeoman recibió en 1994 un mensaje de su parte buscándolo específicamente a él para ser el director de fotografía de su ópera prima y con el pasar de los años han evolucionado juntos y formado un estilo que representa el arte que tanto aman.

«Siempre trabajo con mis amigos; lo disfruto tanto que a veces me preocupa no estar desafiándome. Pero creo que eso forma parte de mis filmes. Cuando la gente está viendo mis películas, se siente ese vínculo. La mayor parte de mi vida la paso haciendo cine; lleva mucho tiempo, es mi trabajo y es lo único que hago. Así que mejor que pueda hacerlo con amigos».

Wes Anderson