Unas líneas sobre After Yang: la contemplación del pasado y la resignificación del presente

2022 ya tiene una de sus primeras grandes películas.

¿De qué va? Tras la muerte inminente de su androide Yang, Jake deberá encontrar una solución mientras navega por los recuerdos del cibernético, encontrando así respuestas a un presente descolorido.

Desde el inicio del film, en donde vemos el portarretrato de una familia promedio, evidenciamos el punto de vista de Yang (Justin H. Min), un androide hogareño que acompaña a sus dueños en el día a día. Con una sonrisa en su rostro y un tono de voz tranquilo y agradable, Gege, como le dice cariñosamente la pequeña Mika (Malea Emma Tjandrawidjaja), contempla el mero símbolo que representa la unión de los humanos a los que sirve, ajeno a los sentimientos que estos recorren. De todas formas, Gege parece sentirse curioso a las diversas actividades de estos seres, entregándose más y más a un mundo que comprende a partir de 0 y 1 para dilucidar qué es aquello por lo que lloran, ríen, aman y olvidan. Pero tras su funcionamiento defectuoso, el cuál lo hace entrar en un estado de coma cibernético, es momento de Jake (Colin Farrell), el padre de la familia, de navegar por las aguas de su pasado, tanto para comprender qué está mal con Yang como con su propia vida.

Kogonada (Columbus) y A24 nos traen un retrato futurista sobre el cómo la tecnología y el sopor de una realidad cada vez más alejada de las raíces de la naturaleza logran nublar los recuerdos de aquel tiempo que fue mejor, imposibilitando la reconexión con aquello que nos rodea. Con un acting donde prevalece la calma y los diálogos pausados, los actuantes de este entorno están en piloto automático. El convivir con un sintético que realiza los quehaceres de la casa, como también se encarga de la crianza de los más pequeños, es moneda corriente. La comunicación a través de las pantallas, aquellas barreras invisibles que nos acercan a nuestros seres queridos en primerísimos planos, acrecientan la distancia entre ellos, generando un vacío emocional cada vez más hondo. La labor de dedicarse a esa pasión que nos reconecta con la madre naturaleza no es más que una jornada laboral rutinaria quedada en el tiempo.

Es en este mundo que Jake lucha por comprender qué le sucedió a Yang como también que les sucedió a ellos mismos. Durante la ausencia de su compañero, el personaje redescubre los vestigios de un pasado no tan lejano rememorando los recuerdos del androide, encontrándose allí con secretos que sacudirán su presente acartonado. “No hay algo sin nada”, una frase que el mismo Yang reflexiona a la hora de ayudar a aquellos que buscan comprensión, es también el motor de esta historia.

En un mundo en dónde la lejanía y el desapego son la coraza que nos ponemos para no enfrentar las verdaderas disyuntivas que nos carcomen, los actuantes deberán navegar las aguas del autodescubrimiento para comprender que es en la ausencia misma, hogar del silencio y la falta de respuestas, dónde se encuentra el génesis de todo.

After Yang plantea este recorrido, posicionándonos en un limbo de recuerdos vívidos y un presente fragmentado, en dónde nuestros personajes, sin la ayuda servicial de su amigo cibernético, deberán decidir si aferrarse a un pasado donde supieron ser felices o entregarse a un presente confuso, pero real.

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