Crítica de Mi Mejor Amigo

Lorenzo es un adolescente que vive en la Patagonia. Un día su familia recibe en su casa a Caíto, el hijo de unos amigos que están pasando por una grave situación familiar y no se pueden hacer cargo de él. A pesar de las diferencias, nace entre ambos una singular amistad.

Mi Mejor Amigo

Construida a partir de silencios, miradas y contemplaciones, Mi mejor amigo es el primer largometraje de Martín Deus, un debut promisorio que se destaca por sus hermosas locaciones patagónicas pero que zozobra lentamente en varios aspectos cruciales.

El jovencísimo Angelo Mutti Spinetta -que viene de una larga estirpe artística, su abuelo es el recordado músico Luis Alberto Spinetta y su padre es el actor Nahuel Mutti– es el centro coyuntural del film, una coming-of-age que tiene a Lorenzo en pleno despertar sexual, un chico que ve su mundo patas para arriba con la llegada del intempestivo Caíto –Lautaro Rodríguez, que viene de un gran año luego de participar en el thriller Acusada-. Juntos son el agua y el aceite, no podrían ser más disparejos, pero el uno tiene lo que al otro le falta, y de a poco empezarán a interactuar y a conocerse mejor, íntima y profundamente. No estamos frente a una Call Me By Your Name autóctona, pero sigue lineamientos parecidos. Hay mucha confusión hormonal en Lorenzo, y un tenaz pasado que aqueja a Caíto, que prefiere escaparse de toda situación antes que confrontar lo que siente y/o piensa.

Mi Mejor Amigo

Los diálogos son prácticamente mínimos y Deus deja todo en manos de Mutti y Rodríguez para expresar los sentimientos de sus protagonistas. Una historia de amistad o amor según como la mires, reza la frase promocional del film, un doble filo algo engañoso ya que la historia nunca se termina de decantar para un lado u otro, y tampoco ayuda que ciertas situaciones denotan una dificultad visible de parte de los actores, al representar lo que está pasando sin recurrir a diálogos forzosos. Rodríguez tiene un poco más de carrera por delante que Mutti, así que puede salvar ciertos traspasos peliagudos, pero a Mutti le falta un golpe de horno, o una dirección mucho más objetiva sobre él. Por momentos las escenas tienen una dirección bastante incómoda, muy forzada que no lo dejan bien parado; es cierto que el adolescente es incongruente en sus acciones y hasta robótico en sus decisiones e interacciones con el resto del mundo, pero hay escenas donde se nota un aura muy artificial que, por ejemplo, no aparecen cuando comparten escenas con actores consagrados como lo son Guillermo Pfening y Moro Anghileri como los padres de Lorenzo. Los almuerzos y cenas familiares tienen esa naturalidad que a veces escasea durante todo el metraje, de una espontaneidad que no termina de permear a lo largo de la película.

Mi mejor amigo es amable y adorable, demuestra que Deus tiene un gran ojo para dirigir, pero a su ópera prima le faltó un poco más de inspiración para sobresalir por encima de la media en lo que se refiere a amistades y/o amores platónicos de ayer, hoy y siempre.

estrella25

 

 

 

 

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