Así era el final original de El Camino: A Breaking Bad Movie

Por supuesto que hay spoilers.

El Camino: A Breaking Bad Movie ya se estrenó vía Netflix y los fanáticos del mundo de Heisenberg no han quedado indiferentes. La película ha recibido opiniones mixtas, pero parecería haber cierta coincidencia respecto a una cualidad del proyecto: su condición de innecesario. Sucede que lo que este hizo fue poner un punto final donde antes había puntos suspensivos. Propuso un detallado recorrido por los pasos que un prófugo debe seguir para poder mantenerse en esa situación y escapar de las garras de la ley en forma definitiva, básicamente el final feliz que uno imaginaba al cierre de una de las series más celebradas de la televisión. Pero resulta que el escritor y director Vince Gilligan tenía planes completamente diferentes sobre el rumbo que debía tomar su historia.

En un diálogo con Vulture, el realizador reconoció que le encanta la ironía en la narrativa. Así que al momento de empezar a planear este largometraje, tenía pensado que, tratándose del héroe que es, Jesse Pinkman debería salvar a alguien más, alguien a quien se hubiera introducido como un personaje nuevo en esta película. «Porque en mi cabeza es un personaje tan heroico en forma innata, él salva a alguien al final de la película y deliberadamente se deja atrapar, sabiendo que así va a salvar a la otra persona. Al final, estaría encerrado en alguna celda en Montana o en otro lugar. Y estaría en paz con ello. Era algo muy personal, del tipo emo, una cosa muy dramática», manifestó.

Entonces, ¿qué es lo que pasó? Gilligan explica que le planteó la propuesta a su novia, al productor Peter Gould y a los guionistas de Better Call Saul, y todos le dieron una respuesta unánime: que Jesse debía escapar y que no podía terminar en una cárcel, o que el público se iba a amotinar. «Como dice el dicho, si mucha gente te dice que estás ebrio, deberías tomar asiento. Así que descarté esa idea», reveló. El director sostiene que, de todas formas, quedó conforme con su decisión: «Me alegra haberla desechado. A veces tienes éxito en darle a la gente lo opuesto de lo que quiere, pero a veces un cigarrillo es simplemente un cigarrillo. A veces tienes que darle a la gente lo que quiere».

En el marco de la entrevista, el realizador también elaboró en la vuelta de Todd Alquist. Explicó que, mientras pensaba el proyecto, su idea sería que Jesse estuviera acompañado por el Tío Jack (Michael Bowen) como un producto de su traumatizada imaginación, aconsejándole matar testigos, insultándolo y advirtiéndole que fracasaría en su fuga. Como eso sería demasiado deprimente y haría falta algo de diversión, se resolvió el regreso de Jesse Plemons (Game Night, Fargo), esa mente asesina y sociópata que a la vez resulta agradable en su simpleza y falta de empatía. Si tengo que ser sincero, 30 minutos de la película dedicados a recordar las experiencias de Jesse al lado de Todd se hicieron pesados, pero a fin de cuentas regalaron una de sus mejores escenas. Aquella en la que Plemons conduce al ritmo de la excelente «Sharing the Night Together» de Dr. Hook, cantando y totalmente relajado en un viaje de ruta típico, mientras que lentamente se revela que en la parte trasera viaja Jesse junto al cadáver de Sonia. Un momento perfecto de El Camino: A Breaking Bad Movie, que Gilligan explica: «Todd iba a ir manejando por la ruta mirando hacia el vacío, pero entonces pensé: ‘Dios, ¿no sería mucho más perturbador si la estuviera pasando realmente bien?’ ¿Y qué es lo que haces cuando vas manejando solo y estás feliz? Cantas con la radio. Y solo fue cuestión de encontrar la canción indicada».

Aaron Paul (BoJack Horseman, Need For Speed) encabezó esta película que, en definitiva, propuso un digno epílogo para tan querida serie. Uno podía imaginar que Gilligan no se iba a animar a meterse con el legado de su creación o a socavar un final tan perfecto como el de Breaking Bad, con lo que se optó por redundar de forma inofensiva en el cierre que ya se conocía, con una variante. El grito eufórico de Jesse Pinkman es ahora una mirada llena de paz, cargada de satisfacción y optimismo por el futuro que se abre delante suyo. ¿Hubieran preferido sorprenderse con el otro cierre?

Migue Fernández

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