Crítica de Los Buscadores

Manu, un joven repartidor de diarios, a partir de un regalo de su abuelo, se embarca en la aventura de buscar plata yvyguy (plata escondida). En el camino, se encontrará con distintas personas que, motivadas por sus propios deseos personales y ambiciones particulares, ayudarán a Manu a hallar el tesoro que está buscando

7 cajas, la prestigiosa obra del cine paraguayo, logró posicionarse como la película más vista de dicho país, y Los buscadores se ubica en el segundo lugar. ¿Qué tienen en común? Que ambas producciones están escritas y dirigidas por la dupla de Juan Carlos ManegliaTana Schémbori, quienes lograron conjugar los elementos característicos de la cultura nacional tales como el guaraní, las leyendas y la mirada sociocultural, junto con relatos excelentemente construidos, entretenidos y de buena factura técnica. Los buscadores es una vuelta a aquellas aventuras clásicas de la niñez.

La búsqueda de un tesoro, la leyenda de la plata yvyguy, es el punto de partida de un relato en el que no faltan los condimentos clásicos aventureros tales como las persecuciones, descubrimientos, algo de romance, mucho y bien atinado humor, y vueltas de tuerca. Claro que la obra de Maneglia y Schémbori intenta también mantener a flote aquella presencia exigente de la fe. El barrio de la Chacarita, en la ciudad de Asunción, no está exento de carencia y necesidad, y a veces solo esto se necesita para que un joven como Manu intente buscar algo que lo proyecte fuera de su mundo interno y que, sin que lo sepa, lo terminará acercando a sus raíces.

El divertido guión escrito por Maneglia se funda en lo clásico y pragmático, todo encaja y ocurre sin sorpresas, por lo que en contados momentos redunda en fallos de la verosimilitud; pero claro, lo importante está en ese viejo espíritu de aventuras que tan bien se logra rescatar e insertar en una historia sencilla y carismática, como sus personajes. Los buscadores destaca por su gran calidad técnica en cuanto a la fotografía -responsabilidad de Richard Careaga– abarcando unas hermosas luces que retratan la cotidianidad del barrio, hasta planos de extrema dificultad por su realización. En otro aspecto, bastan ver el primer y último plano del film para darse cuenta de la importancia que tiene la fotografía en virtud de transmitir el ambiente místico y metafórico.

Aventuras como en los ’80, aventureros del siglo XXI en donde la tecnología ha tomado el cuerpo de una sociedad inmóvil tanto en cuerpo como en mente. Manu representa al curioso e inocente niño que imagina encontrarse con un tesoro y experiencias inolvidables.

 

 

 

 

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Matías Carballa

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